sábado, 30 de diciembre de 2017

Directrices de animación del Definitorio general para los años 2018 y 2019


HERMANOS Y MENORES HACIA LAS PERIFERIAS

Directrices de animación del Definitorio general para los años 2018 y 2019


PRESENTACIÓN

Queridos  hermanos,
¡el Señor les dé la paz!
Como hicimos ya para el bienio 2016-2017, presentamos las Directrices de animación para el próximo bienio 2018-2019, que podrán emplearse como instrumento de reflexión, confrontación y discernimiento en fraternidad, para profundizar las realidades en que vivimos y dar nuevo impulso al diálogo inter-religioso.
Ante todo es nuestra esperanza que toda la Orden pueda de alguna manera unirse al camino de preparación y por tanto a la celebración del Consejo Plenario de la Orden que tendrá lugar en junio de 2018, invitando a cada fraternidad a dedicar tiempo para analizar las realidades del mundo, de la Iglesia y de la Orden. El fruto de la reflexión y del discernimiento fraterno puede cambiar nuestra vida en el modo de vivir el carisma hoy en los diferentes lugares donde estamos presentes y actuamos.
En segundo lugar queremos mirar a san Francisco que, habiéndose hecho hermano universal a través de su vida y de su testimonio evangélico es hoy la persona que más puede abrir las puertas al diálogo. En el mundo que cambia velozmente, en donde aparecen cada vez más conflictos, el diálogo se convierte en un puente de acercamiento que contribuye a la construcción de la verdadera paz. He ahí por qué el 2019, aniversario del encuentro de san Francisco con el Sultán, será una oportunidad y un estímulo ulterior para todos nosotros en orden a la profundización del diálogo inter-religioso.
Finalmente, con la esperanza de que estas páginas puedan ayudar a cada fraternidad a discernir lo que el Espíritu dice a los Hermanos Menores hoy, los exhorto, hermanos, a dedicarse con todo su ser a la búsqueda de lo que Dios desea de cada uno de nosotros para vivir auténticamente el Evangelio, el carisma y la misión en toda nuestra Orden.
El Señor los bendiga y acompañe siempre en el camino.

Roma,  8 de diciembre de 2017
Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la B.V.M.

Fr. Michael A. Perry, OFM
Ministro general

Prot. 107938 

INTRODUCCIÓN

Queridos hermanos,
Con el presente subsidio les presentamos lo que será el horizonte inspirador de nuestro servicio de animación y de gobierno para nuestra Orden para los próximos dos años, 2018-2019.
Como hicimos inmediatamente después del Capítulo general, con las Directrices 2016-2017, Hermanos y Menores hacia las periferias, seguimos el tema general, pensando en una programación sexenal de bienio en bienio, con miras a un camino de comunión con toda la Iglesia, de acuerdo con nuestro carisma.
En el año 2018 celebraremos el CPO en el cual queremos “escuchar, discernir y salir”. Será un tiempo para mirar más de cerca las realidades en donde estamos presentes en las diversas partes del mundo, ya en el ámbito de las diversas sociedades, ya de la Iglesia y de la Orden. Un tiempo para discernir juntos y luego vivir y actuar concretamente, en la docilidad, lo que el Espíritu nos está diciendo hoy.
Además, en el 2018 se celebrará el Sínodo Episcopal para la Juventud y queremos estar atentos a la realidad de los jóvenes donde estamos presentes, con una acción para con ellos más sensible y acogedora.
Finalmente en 2019 celebraremos el octavo centenario del encuentro de san Francisco con el Sultán al-Malik-al-Kamil que tuvo lugar en Damieta en 1219. Queremos también nosotros encarnar una vida de diálogo: no solo recordando cuanto tiene el testimonio de san Francisco, sino también buscando juntos caminos concretos para una posible y pacífica relación entre cristianos y musulmanes. En muchas partes del mundo crece la presencia de otras religiones y nosotros los franciscanos estamos llamados a vivir y atestiguar el diálogo y la paz con las diversas religiones y culturas.


2018

Hermanos y Menores hacia…

CPO: “Escuchar, discernir, salir…”

Sínodo de la juventud 2018




“El que tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu…” (Ap 2,29) a los Hermanos Menores

Ante todo queremos evidenciar el mandato de Jesús: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Esto implica un más profundo conocimiento de las realidades donde estamos, o a donde vamos a realizar nuestra misión.
El mismo Jesús es quien nos empuja a mirar más allá de la  apariencia de los acontecimientos para captar su significado profundo: “¿Sabéis distinguir el aspecto del cielo y no sois capaces de distinguir los signos de los tiempos?” (Mt 16,3). Él nos garantiza que no estamos solos en este necesario y no fácil discernimiento: “El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo” (Jn 14,26). Con esta perspectiva evangélica marchamos hacia el CPO para escuchar, discernir y salir.
“El Consejo Plenario de la Orden es una experiencia “sinodal”, de consulta mediante la cual afinamos la mirada sobre la realidad a nivel de Conferencias y de continentes, y captamos la presencia de los “signos de los tiempos” (GS 4; EG 51), aspectos positivos según el Evangelio, y aspectos que contrarían o debilitan la misión de la Iglesia. Se trata  de todos modos, en uno y otro caso, de provocaciones al cambio, y esto en forma documentada y participativa, para posibilitar el sostener una reflexión común en función de orientaciones y opciones para ser tomadas por parte de la Orden en los próximos años. “Escuchar, discernir y salir” es la tríada de verbos que expresa bien el proceso que se ha de poner en marcha” (Introducción a la metodología del CPO 2018).
El itinerario propuesto quiere pensar este evento como una etapa importante del camino de la Orden en el sexenio en curso (2015-2021), una pausa para escuchar y discernir  en varios niveles nuestra presencia testimonial y de evangelización en el mundo de hoy, y luego un relanzamiento para la animación del trienio siguiente (2018-2021), con miras al próximo Capítulo general.
Cada fraternidad podrá hacer su propia reflexión en actitud de búsqueda y escucha sobre las Temáticas del CPO:
  • cambios de época en la sociedad y en la cultura, en la Iglesia y en la OFM, para descubrir allí los signos de los tiempos que orientan a la renovación y al cambio en correspondencia con nuestra misión;
  • una mirada sobre los elementos generales de la cultura, de la Iglesia y de la Orden hoy:
    • elementos generales de la cultura (visión del hombre y del mundo, religión y espiritualidad, el espacio de la comunicación, a saber, qué tanto inciden los medios de comunicación sobre la cultura y sobre la percepción del mundo, el mundo de las relaciones con el otro, relaciones interpersonales, afectividad y familia, los jóvenes, sus opciones, su visión de la vida, el tema del trabajo-fiesta-tiempo libre, educación y escuela);
    • la escucha del mundo juvenil;
    • la escucha de la Iglesia (datos, opciones, estrategias pastorales, caridad, directrices de evangelización).
En cuanto al mundo juvenil, “la Iglesia ha decidido interrogarse sobre cómo acompañar a los jóvenes para que reconozcan y acojan la llamada al amor y a la vida en plenitud, y también pedir a los mismos jóvenes que la ayuden a identificar las modalidades más eficaces de hoy para anunciar la Buena Noticia” (Documento preparatorio de la XV Asamblea General Ordinaria: Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, 13 de enero de 2017).
“De Croacia a Panamá. Pero en medio el Sínodo, un Sínodo del cual ningún joven debe sentirse excluido. “Hagamos el Sínodo para los jóvenes católicos… también para los jóvenes que pertenecen a las asociaciones católicas y ¡así será más fuerte…! ¡No! ¡El Sínodo es el Sínodo para y de todos los jóvenes! Los jóvenes son los protagonistas. Pero ¿también los jóvenes que se sienten agnósticos? “Sí”. – ¿También los jóvenes que tienen la fe tibia? ¡Sí!. – ¿También los jóvenes alejados de la Iglesia? ¡Sí! – ¿También los jóvenes que – no sé si habrá alguno – se sienten ateos? – ¡Sí! Este es el Sínodo de los jóvenes y todos nosotros queremos escucharnos. Todo joven tiene algo qué decir a los demás, tiene algo qué decir a los adultos, tiene algo qué decir a los sacerdotes, a las monjas, a los obispos y al Papa. ¡Todos tenemos necesidad de escucharos a ustedes!” (Papa Francisco, Vigilia de oración en preparación para la Jornada mundial de la Juventud, Basílica de Santa María la Mayor, 8 de abril de 2017).
Fr. Michael Anthony Perry, Ministro general, ya ha invitado a los jóvenes a participar en el Sínodo:
“Como Hermanos Menores llamados por el Señor “a escuchar a los demás con sincera caridad y respeto, y aprender de los hombres entre los que viven (CCGG 93 §1)”, la invitación del Papa Francisco debería resonar profundamente en nuestros corazones y en nuestras mentes, y encontrarnos prontos a responder con humildad y reverencia para escuchar a los jóvenes a quienes tenemos el privilegio de servir, y creando, además, espacios desde los cuales puedan escucharse sus voces para preparar juntos el Sínodo del 2018” (Roma, 1 de febrero de 2017).
Para la animación
Invitamos a cada fraternidad y a cada entidad de la Orden, después de escuchar, discernir, salir, a insertar en  su propio proyecto de vida y misión las modalidades identificadas para vivir la identidad franciscana actualizada en las diversas realidades del mundo en cambio.

Algunas preguntas para la reflexión en fraternidad
  1. ¿Cuáles son los cambios más significativos que podemos identificar en nuestros días respecto a las diversas realidades: de la sociedad, de la Iglesia y de la Orden en el nivel mundial  y local? ¿Qué nos dice el Espíritu mediante las diversas voces que nos llegan a través de estas realidades?
  2. ¿Qué podemos hacer para vivir un estilo de vida franciscano más simple, de modo que sea un signo profético y significativo para nuestros días en el contexto en que vivimos?
  3. ¿Cuáles son los pasos necesarios para ir hacia los jóvenes y cuál el lenguaje que debemos usar concretamente para atraerlos al Evangelio?


2019

Hermanos y Menores hacia… 

el diálogo

Francisco va donde el Sultán – Damieta



“Una actitud de apertura en la verdad y en el amor debe caracterizar el diálogo” (EG 250).

Jesús entra en diálogo con todos: fariseos, publicanos, samaritanos. Lo vemos en el Evangelio en diversos pasajes. Por ejemplo en Lc 19,5-7 leemos: “Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador»”. También en Juan 4,7.9 tenemos el siguiente texto: “Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber»… La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?»…”.
Al celebrar los 800 años del encuentro de san Francisco con el Sultán al-Malik al-Kamil, celebramos también ocho siglos de la presencia franciscana en Egipto, en Tierra Santa y en Marruecos. La presencia de san Francisco y sus compañeros en estos lugares es una novedad en aquel período marcado por las cruzadas. El modo como ellos llegan, conquista la confianza de los sarracenos y abre un camino para el diálogo hasta nuestros días.
La historia cuenta que Francisco partió en 1219 de Ancona hacia Acre en Siria, llegando finalmente a Damieta, donde el ejército de las cruzadas estaba acampado. El Santo ve la inmoralidad y los saqueos  por actuación de los cruzados, experimentando una vez más que la guerra no es justa y no agrada a Dios. Francisco advirtió que un ataque al ejército musulmán no tendría éxito. En septiembre de 1219, partió con su compañero, fray Iluminado, hacia el campamento del Sultán para anunciar el Evangelio. Una variedad de fuentes latinas documentan la historicidad del encuentro entre Francisco y el Sultán.
La primera fuente sobre la visita de Francisco al Sultán es el Obispo de Acre, Jacobo de Vitry, en Damieta en febrero o marzo del 1220. Él no comprendió bien la intuición de san Francisco y ni siquiera el espíritu que lo movía hacia los hermanos musulmanes. En una carta  describió la masacre por parte de los cristianos entre los musulmanes y la ocupación de Damieta que había sido casi aniquilada por la peste.  Después  de esto escribe así: “El maestro de estos hermanos es decir, el fundador de esta Orden [se llama hermano Francisco: un hombre  tan amable que es venerado por todos], llegado a nuestro ejército, inflamado en el celo de la fe, no tuvo temor de irse en medio del ejército de nuestros enemigos y por muchos días predicó a los Sarracenos la palabra de Dios, pero sin mucho fruto. Pero el Sultán, rey de Egipto, le pidió en secreto que orara por él al Señor para que pudiera, por divina inspiración, adherir a aquella religión que más le agradase a Dios”  (Carta  al Papa Honorio III sobre la toma de Damieta).
El  mismo Jacobo de Vitry escribió también en 1221 en su Historia Occidentalis: ”El Sultán lo escuchó con mucha atención mientras predicaba a Cristo ante él y los suyos. Luego, presa del temor de que  alguno de los suyos se dejara convertir al Señor por la eficacia de sus palabras, y se pasase al ejército cristiano, lo hizo conducir de nuevo con honor y protección a nuestro campo; y mientras lo despedía, le recomendó: ‘Ora por mí para que Dios se digne mostrarme cuál ley y fe es más agradable” (Historia Occidentalis, capítulo 32).
Ir hacia una persona de otra religión quiere decir realizar una misión de paz en la humildad del servicio. Firme en su fe y en el amor hacia todos los hermanos, san Francisco abre el camino a todo el bien que el Señor puede realizar. La humildad, el testimonio de la fe y de la verdad, puestas junto a la voluntad del encuentro, permitieron a san Francisco y a sus hermanos, el acercamiento a los hermanos musulmanes.
El diálogo se da en una doble vía, a pesar de lo cual san Francisco nos enseña que es indispensable la iniciativa de ir al encuentro del diverso como hermano. La amistad será el puente del diálogo y el punto de partida será la escucha.
En el mundo que está en cambio, las sociedades nos interpelan como religiosos a colaborar al máximo para construir un futuro de paz y convivencia respetuosa y pacífica.
Como franciscanos somos movidos por el Evangelio a tomar la iniciativa y a salir hacia los hermanos para construir el diálogo. La “Iglesia en salida” de que habla el Papa Francisco es la que toma la iniciativa y va hacia el encuentro” (cf. EG 24). Tenemos el camino abierto también por el “espíritu de Asís” que san Juan Pablo II intuyó con gran sabiduría, dando un nuevo impulso a la Iglesia para ir al encuentro del otro, cristiano o no.
El Papa Francisco quiere recordar siempre que “los no cristianos, por la gratuita iniciativa divina, y fieles a su conciencia, pueden vivir justificados mediante la gracia de Dios, y así estar asociados al misterio pascual de Jesucristo”  (EG 254).
Por tanto conviene reflexionar y tomar iniciativas concretas para responder a una tan grande necesidad de diálogo en el mundo.
Para la animación
Invitamos a cada fraternidad y a cada entidad de la Orden a moverse o a caminar hacia las demás religiones, para entablar el diálogo como amigos y misioneros del Evangelio de la verdad y de la paz, por el bien de la humanidad. Otro aspecto importante de colaboración y diálogo podría ser el de trabajar juntos por la paz y la salvaguarda de la creación.
Entre los documentos de la Orden recomendamos la serie de textos que preparó el “Servicio para Diálogo” en años pasados como instrumentos para reflexionar, discernir y proyectar una vida más abierta y pronta al diálogo. Estos libros pronto serán publicados en internet en algunas lenguas. Sus títulos son: La vida como diálogo (Venecia-Roma, 2002). La vocación ecuménica del franciscano  (Venecia-Roma, 2003), El diálogo de los creyentes (Venecia-Roma, 2006), y Una fe en muchas culturas (Venecia-Roma, 2009).
Como soporte para los hermanos en el trabajo del diálogo, especialmente con los hermanos y hermanas musulmanes, teniendo presente la proximidad del aniversario del encuentro en Damieta, la subcomisión de la Orden para el Diálogo con el Islam preparará dos series de propuestas.
La primera serie será proporcionar a los hermanos recursos y textos de oración y formación para la Formación Permanente, referentes al diálogo católico-musulmán, como también la preparación a la conmemoración del encuentro de san Francisco con el Sultán al-Malik al-Kamil.
La segunda serie de propuestas incluirá una conferencia académica para buscar el significado contemporáneo de aquel encuentro en Damieta. Esto se realizará en colaboración con los centros de estudio de la Orden y con una reunión de los hermanos que trabajan en los países de mayoría musulmana. Por tanto los hermanos involucrados en esta forma podrán compartir los frutos de su trabajo y experiencia, profundizando su efectivo compromiso: de “ir humildemente y de vivir devotamente entre las poblaciones de religión islámica, para las cuales tampoco existe un omnipotente fuera de Dios” (CCGG 95,3).

Algunas preguntas para la reflexión en fraternidad
  1. Conscientes de que el diálogo es una actitud necesaria para vivir auténticamente la vida franciscana, ¿cuáles instrumentos podemos utilizar para mejorar el diálogo internamente en nuestra fraternidad y en el ambiente en donde estamos presentes y actuamos?
  2. Si todavía no tenemos una actitud de diálogo interreligioso ¿qué podemos hacer para salir hacia las personas de otras religiones y emprender el diálogo?
  3. ¿Qué podemos hacer para celebrar el aniversario del encuentro de san Francisco con el Sultán acontecido en Damieta? ¿Cómo divulgarlo en las comunidades cristianas y no cristianas de nuestro planeta?

viernes, 29 de diciembre de 2017

La equidad con los pobres y contra la injusticia de la pobreza, caminos para la paz


Este artículo, forma parte de mi colaboración con la Conferencia Franciscana de México (COFRAMEX) para la formación en la paz, con la elaboración de materiales educativos y formativos para dicho fin. Con la campaña que se inicia este 1 de Enero, “Familia Franciscana, constructores de paz y de bien” y su lema: “hagamos el bien, busquemos la paz”. Los diversos estudios o ciencias sociales y la propia fe e iglesia, con su doctrina moral y social, nos muestran claramente que si no se promueve la solidaridad, justicia, derechos y el desarrollo humano e integral: se generan los conflictos, violencias y guerras. Por ejemplo, el Papa Francisco viene enseñando e insistiendo en esta realidad clave de una paz justa, con equidad que libere del mal, desigualdades e injusticias que padecen los pueblos y pobres; que termine con el actual sistema socio-económico que es injusto en su raíz y que, con sus estructuras sociales perversas, impiden la vida, dignidad y desarrollo (EG 59). 

“Los mecanismos de la economía actual promueven una exacerbación del consumo, pero resulta que el consumismo desenfrenado unido a la inequidad es doblemente dañino del tejido social. Así la inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni resolverán jamás. Sólo sirven para pretender engañar a los que reclaman mayor seguridad, como si hoy no supiéramos que las armas y la represión violenta, más que aportar soluciones, crean nuevos y peores conflictos. Algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones, y pretenden encontrar la solución en una «educación» que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos. Esto se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países —en sus gobiernos, empresarios e instituciones— cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes” (EG 60)

 Como nos enseña en LS, el Papa Francisco denuncia proféticamente la actual política y  economía que no se orientan al bien común. Ya que están esclavizadas por los ídolos  del  rédito económico y por conservar o acrecentar el poder. Lo que provoca guerras o acuerdos espurios, donde lo que menos interesa es preservar el ambiente y cuidar a los más débiles (LG 198). Todo lo anterior, supone ir a las causas de todas desigualdades e injusticias que sufren los pobres de la tierra, por ejemplo las que sufren los hermanos migrantes y refugiados. Tal como nos ha recordado Francisco en su mensaje para la Jornada de la Paz 2018 (n. 2). Los migrantes, refugiados y el resto de los pobres de la tierra se movilizan en la búsqueda de un futuro con más vida, dignidad y derechos, por un mundo con más justicia y paz. 

“La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar, no sólo por una exigencia pragmática de obtener resultados y de ordenar la sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la vuelve frágil e indigna y que sólo podrá llevarla a nuevas crisis. Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales” (EG 202).

Para lo cual, es necesario e imprescindible que toda persona y creyente desarrolle su inherente dimensión pública, el amor civil y político, la caridad política, que es una vital virtud ética y espiritual (teologal). “El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor. El amor a la sociedad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de la caridad, que no sólo afecta a las relaciones entre los individuos, sino a «las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas». Por eso, la Iglesia propuso al mundo el ideal de una «civilización del amor». El amor social es la clave de un auténtico desarrollo: «Para plasmar una sociedad más humana, más digna de la persona, es necesario revalorizar el amor en la vida social –a nivel político, económico, cultural–, haciéndolo la norma constante y suprema de la acción»” (LS 231)

Asimismo por tanto, unido inseparablemente a esta transformación socio-política y estructural que erradique el sistema injusto que domina, hay que realizar un cambio profundo (conversión) a nivel personal y espiritual. Una renovación del corazón y del alma, una nueva mente y conciencia, que en la fe supone acoger la Gracia de Dios con su Don de la paz y justicia liberadora. Para llevar una vida austera, sobria, ecológica y de pobreza solidaria con los pobres (LS 216-227). Es la existencia de paz, alegría y felicidad desde la comunión de amor y pobreza fraterna en solidaridad de vida, bienes y compromiso por la justicia con los pobres de la tierra. Lo que nos trae la salvación liberadora del mal y pecado del egoísmo con sus idolatrías de la riqueza-ser rico, del poder y de la violencia, del poseer y tener que se imponen sobre este ser persona fraterna, solidaria y pacífica.

“La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo” (EG 231).

El Dios encarnado en Jesús, el niño pobre con su familia obrera y empobrecida, nos entrega esta salvación en el amor fraterno, paz y justicia con los pobres (Lc 2, 8-20) que nos libera de todos estos falsos dioses. Tales como el mercado, el capital o el estado-nación que sacrifican la vida de los inocentes, víctimas y pobres en el altar del beneficio, lucro y poder. El Dios que se encarna en Jesús nos dona todo este auténtico sentido y real felicidad de la vida, nos regala el Don (Gracia) del amor, la paz justa y vida humanizadora, realizada, plena y eterna. Como nos han testimoniado los santos y testigos de la fe, por ejemplo como todo un paradigma de esta paz justa y ecología integral, los queridos San Francisco de Asís o Francisco de Roma.

Dr. Agustín Ortega Cabrera Ph. D.


Ph. D. Agustín Ortega (España) es Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Dpto. de Psicología y Sociología).  Asimismo ha realizado los Estudios de Filosofía y Teología, Doctor en Humanidades y Teología. Profesor e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y, actualmente, de la UNAE (Universidad Nacional de Educación) así como invitado en diversas universidades latinoamericanas. Autor de diversas publicaciones, libros y artículos. 

domingo, 24 de diciembre de 2017

2018: Año por la paz en México


sábado, 9 de diciembre de 2017

Paz justa y ecoteología desde San Francisco de Asís para vivir la Navidad


Este artículo, forma parte de mi colaboración con la Conferencia Franciscana de México (COFRAMEX). En especial con mi amigo y hermano Fr. Néstor Wer, OFMCap (fraile capuchino), su presidente, para impulsar la formación en la paz, con la elaboración de materiales educativos y formativos para dicho fin. En una campaña que se realizará, “Familia Franciscana, constructores de paz y de bien” con el lema: “hagamos el bien, busquemos la paz”. A Fr. Nestor, por su acogida y cercanía, está dedicado con todo el cariño dicho escrito. Se cuenta que Lenin llegó a decir que le dieran 10 San Francisco de Asís y que, de esta forma, haría la revolución ya que, para el ruso, el santo italiano era el hombre la revolución.

Evidentemente, la revolución en la que pensaba Lenin, la del comunismo colectivista o colectivismo que acaba siendo una dictadura, no es la misma que traía San Francisco que es la del Evangelio de Jesús. Más Lenin, que no se le puede negar su astucia, sabía bien que a una persona como San Francisco no se le puede corromper ni hacer que traicione su fe e ideales: es pobre; con la honradez y solidaridad que dicha pobreza fraterna, en la comunión solidaria, supone. Francisco, “el sol de Asís” como lo llamó Dante en su Divina Comedia, nos trae la revolución de la alegría y misericordia compasiva, la paz, justicia y fraternidad solidaria con los pobres que es la propia del Evangelio. Como nos muestra el Papa Francisco.

En su encíclica “Laudato Si” (LS), el Papa ha propuesto a Francisco de Asís como modelo de una ecología integral, que es la que realmente trae la paz. Y es que, como nos enseña la fe e iglesia, la verdadera paz no es sólo la mera ausencia de guerra o violencia. Sino que supone e incluye un estado de realización, un desarrollo global del ser humano con la realidad en todas sus dimensiones. Esta realización y auténtico desarrollo que trae la paz, es el que nos transmite la ecología integral que, como nos testimonian el Francisco de Asís y el de Roma, se realiza en la comunión con Dios, con los otros, con los pobres y con la naturaleza. Como se observa, la ecología integral efectúa el desarrollo global, clave de la paz justa que abarca todas estas inherentes dimensiones del ser humano.

Una paz justa, auténtica basada en la vida, dignidad, justicia (social-global), derechos humanos, solidaridad, bien común y desarrollo humano (ecología) integral. Es una ecología espiritual que acoge el Don (Gracia) del Otro, para la fe Dios mismo, y de los otros. Ellos nos traen el regalo de su amor, paz y justicia liberadora de todo mal, pecado e injusticia. En una espiritualidad del encuentro de vida con la trascendencia del rostro de ese Otro que es Dios, revelado para la fe en Jesucristo que nos llama a su seguimiento, y de los otros. Una mística del amor en comunión con Dios en Cristo y con ese prójimo que es toda la humanidad, en especial, los pobres.

Lo que nos lleva a la ecología mental. En esa razón cordial, del corazón, que cultiva los afectos y sentimientos con la empatía, sensibilidad y com-pasión misericordiosa hacia los otros. Compartiendo sus alegrías, esperanzas, sufrimientos e injusticias. Los deseos, pasiones, sentimientos e ideales que nos dan sentido, felicidad y realización en la vida como son el amor fraterno, la solidaridad, paz y justicia con los pobres. Tal como nos muestra el relevante filósofo Max Scheler, “San Francisco es el prototipo occidental de la razón cordial y emocional, cosa que posteriormente fue relegada al margen”.

En el relato de la verdadera y perfecta alegría, se nos transmite como Francisco desarrolla este sentido de la vida que afronta e integra aquel mal o negatividad, que todos padecemos. En una existencia de amor, humilde y reconciliada que le lleva liberarse de este peso de lo negativo, en la esperanza y paz de Dios. Como aparece en otros pasajes franciscanos, el del lobo de Gubbio, el del obispo y el podestà de Asís o ante el sultán Malik al-Kamil, Francisco efectuó toda esta constitutiva dimensión social y pública de la fe. Es lo que los Papas denominan “la caridad política”. En palabras del Papa Francisco (LS 228), este “amor cívico y político” que busca el bien común, la civilización del amor, la justicia, reconciliación y paz. Una macro-caridad, más extensa y universal, que va a erradicar las raíces y causas del mal e injusticia.

Y esta inteligencia del amor, se une a la ecología social. El escuchar la voz de los sin voz, los gritos de los pobres y crucificados de la tierra por el mal e injusticia, con la promoción de la justicia social y global. Francisco considera al pobre en toda su dignidad, como hijo de Dios y hermano nuestro que le hace, más que objeto de ayuda, sujeto de su vida, protagonista de su promoción y liberación integral. Él vivió enamorado de su “dama pobreza” en comunión solidaria de vida, bienes y compromiso por la justicia con los pobres. Lo que nos va liberando del egoísmo y sus ídolos de la riqueza-ser rico, poder y violencia.

Tal como lo simboliza Francisco en esa acción ante su padre, Pedro Bernardone, prototipo de las semillas del naciente capitalismo comercial. Francisco, por repartir los bienes de su padre a los pobres, es llevado por este ante los tribunales y, entonces, se despoja de todo ante él. Renunciado a su estirpe paterna burguesa, Francisco toma a Dios como auténtico Padre, que le lleva a este amor fraterno, paz y justicia con sus hermanos los pobres. Como afirma el significativo historiador Arnold Toynbee, “Francisco, el mayor de los hombres que han vivido en Occidente, debe ser imitado por todos nosotros. Pues su actitud es la única que puede salvar la Tierra y no la de su padre, el mercader Bernardone”.

Después de este gesto, totalmente despojado y sin nada en la vida, cuando cualquiera caería en la más absoluta desesperación, Francisco empieza su nueva vida con alegría cantando por el bosque. Es la vida alegre en la esperanza y comunión más plena con Dios. Lo que le traslada a la ecología ambiental, al cuidado y fraternidad con la hermana tierra, esa casa común que cobija a la familia humana. No es por casualidad que San Francisco de Asís sea el patrono de la ecología. Su célebre “Cántico de las criaturas, al hermano sol, a la hermana luna…”, excelsa obra poética y mística, expresa toda esta ecología ambiental e integral. En una fraternidad ecoteológica y cósmica con Dios, con toda la creación y sus seres que incluye a “la hermana muerte”. Integrando así lo negativo de la vida en el amor y esperanza, que libera del caos y sin sentido. Como cuando fraterniza con el fuego que estaba destinado a cauterizar sus ojos, a causa de su ceguera, ya al borde de su muerte.

Tal como nos enseña en nuestra época la filosofía y las diversas ciencias, Francisco hace la experiencia de religación de todas las cosas y dimensiones de la realidad. En una inter-relación y comunión solidaria de todo con todo, con sus dinamismos de apertura, trascendencia y liberación integral de toda la realidad y del cosmos. Y es que como afirmó ese escritor tan genial que es Chesterton, en su maravillosa obra sobre el santo, Francisco hizo de la vida una obra de arte. El auténtico arte de la vida, como nos manifiestan esos genios espirituales y éticos que son los santos. Ellos nos transmiten toda una estética liberadora en la búsqueda de la belleza, el bien y la verdad que se testimonia en el amor fraterno, paz, justicia y vida plena-eterna. Como Francisco de Asís, nos enseñan una auténtica inteligencia espiritual de la santidad que, con su amor y pobreza liberadora de los ídolos de la riqueza-ser rico o del poder, posibilitan la paz.

La codicia, ambición y el tener con la idolatría del dinero: son siempre los obstáculos para la paz; y bien lo entendió Francisco con su vida de pobreza fraterna, solidaria y liberadora con los pobres y con la creación. Francisco llevó una vida de auténtica pasión, enamorado de ese Dios que se encarna en el Niño Jesús, nacido en el seno de una familia empobrecida y obrera, en la pobreza fraterna y solidaria con los pobres. El Dios encarnado en la humanidad pobre y fraterna de Jesús, que tanto amó Francisco. Al igual que manifestara C. de Foucauld, Francisco afirmaría que "no sé si habrá alguien que pueda contemplarte en el pesebre y seguir siendo rico: yo no puedo”. Y esta experiencia con su espiritualidad de encarnación en la conversión y amor a Cristo, a la iglesia, a la comunidad franciscana que él suscitó y a los pobres: le encamina al Dios Crucificado.

Dicha espiritualidad de encarnación, de contemplación y lucha por la paz justa en Cristo Pobre-Crucificado, le lleva a ser el creador del Belén y del Viacrucis. En donde contempla y experiencia a ese Dios, que nos trae la salvación liberadora del egoísmo y dichos ídolos, por el camino que lleva de Belén al Calvario. Tal como vive Francisco en la experiencia del Monte Alverna. Es el culmen de esa espiritualidad de encarnación en la comunión con Cristo Pobre-Crucificado, en la pasión solidaria del Dios Crucificado y de los pueblos crucificados por el mal e injusticia. Terminamos, como no podía ser de otra forma, con todo un legado para la paz justa como nos trae el Niño Dios en Navidad, con la oración de Francisco.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh Maestro, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.

Dr. Agustín Ortega Cabrera Ph. D.

Ph. D. Agustín Ortega (España) es Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Dpto. de Psicología y Sociología).  Asimismo ha realizado los Estudios de Filosofía y Teología, Doctor en Humanidades y Teología. Profesor e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y, actualmente, de la UNAE (Universidad Nacional de Educación) así como invitado en diversas universidades latinoamericanas. Autor de diversas publicaciones, libros y artículos. 

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Carta de Navidad 2017 del Ministro General OFM



Dios se hace hombre par que el hombre pueda hacerse Dios


Vayamos a Belén a ver lo que ha sucedido

Este año la Custodia de Tierra Santa ha celebrado los 800 años de su fundación. La Orden de los Hermanos menores no podía ignorar este acontecimiento que la abrió a la misión. Quise estar presente, con el Vicario general en medio de los hermanos, porque el mensaje de Tierra Santa interpela a todo hermano menor hoy. El Verbo de Dios puso su tienda en medio de los hombres y se hizo hijo del hombre para habituar al hombre a comprender a Dios y para habituar a Dios a poner su morada en el hombre según la voluntad del  Padre. En Belén Dios ha tomado un rostro humano.

 Verbum abbreviatum

San Francisco pedía a los hermanos predicadores usar la brevedad de palabra (Rb 9,4). El motivo es este: porque palabra abreviada hizo el Señor. En los tiempos pasados Dios habló muchas veces y de varias maneras por medio de los profetas. Su palabra se prolongó por siglos. Ahora en cambio habla por medio del Hijo, que es su palabra breve.  Esta palabra se hace carne en Jesús y resume en sí toda la revelación: Dios es amor. Escribe un monje cisterciense, Guerrico de Igny: “Él es la palabra condensada, de tal modo que en ella se encuentra el cumplimiento de toda palabra que en sí se cumple y sintetiza el plan de Dios. No debemos admirarnos si la Palabra ha resumido para nosotros todas las palabras proféticas, viendo que ha querido “abreviar” y de alguna manera empequeñecerse a sí misma”. También para Francisco los hermanos menores deben anunciar la palabra de Dios encarnada, el Verbum abbreviatum. A ese empequeñecerse de la palabra de Dios corresponde el hacerse pequeño de Francisco y de sus hermanos: el estilo del anuncio franciscano será el de hacerse menores, es decir, más pequeños, como el Verbum abbreviatum.

La Encarnación de Cristo incluso aunque Adán no hubiera pecado

Duns Escoto, discípulo de Francisco a diferencia de muchos pensadores cristianos de su tiempo, defendió la idea de que el Hijo de Dios se habría hecho hombre incluso si la humanidad no hubiera pecado. “Pensar que Dios hubiese renunciado a tal obra si Adán no hubiera pecado, -escribe Duns Escoto- ¡sería totalmente irrazonable! Digo por tanto que la caída no fue la causa de la predestinación de Cristo, y que –aunque nadie hubiera caído, ni ángel ni hombre-  en esta hipótesis Cristo habría sido predestinado de todos modos” (Reportata Parisiensia, en III Sent., d. 7, 4). Para Duns Escoto, un teólogo optimista, la encarnación del Hijo de Dios es la culminación de la creación. Esta concepción cambia nuestro modo de mirar toda la creación, que es elevada por Dios a su propia altura. Pensemos  qué consecuencias tiene esta visión sobre la sensibilidad ecológica y sobre la consideración del ambiente, como cambia la mirada sobre el mundo y sobre las relaciones sociales, en una perspectiva que nuestro Papa Francisco llama “ecología integral”.

Nacido en Belén, tierra de paradojas

Belén era la tierra de Rut. En los campos de Booz, Rut iba a recoger las espigas que dejaban caer los segadores: ella atrajo la atención del patrón, que se enamoró de ella y la tomó por esposa a pesar de ser una moabita, una extranjera. Del amor de ambos nació Obed, que fue el padre de Jesé, el cual fue a su vez padre del rey David. En la genealogía del Rey David y del hijo de David hay una extranjera, Rut, la moabita. El profeta Miqueas había predicho que el Mesías nacería en el humilde poblado de Belén y el profeta Isaías  que nacería de una virgen (en la versión de los LXX Parthenos) de la estirpe de David y por ella sería llamado Emmanuel, Dios con nosotros.

En los campos de Booz donde Rut espigaba, donde David pastoreaba su rebaño, el profeta Samuel vino a consagrar al rey de Israel. Allí los pastores de Belén que pasaban la noche al descampado para hacer la guardia a las ovejas, recibieron el alegre anuncio del nacimiento de Cristo: “Hoy  ha nacido para ustedes un Salvador”.

El emperador Augusto mandaba en el mundo con todo su poder, y ordenaba un censo, mientras el Hijo de Dios no solo nacía como todos los humanos, en la fragilidad  y en la debilidad, pero nacía como hijo desconocido, en la pobreza de una gruta de Belén. El ángel que llevaba la buena noticia no apareció en los palacios del Herodium a los grandes de este mundo, sino a los pastores despreciados por los grandes.

El escándalo de la encarnación de Dios

Las profecías habían preanunciado y aclamado al Mesías, precisamente a su nacimiento, como  “niño sobre cuyos hombros está el poder, cuyo Nombre es Consejero admirable, Dios poderoso, Padre por siempre, Príncipe de la paz”; y en cambio ese niño apareció débil, nacido como incógnito. Una mujer encinta daba a luz un hijo en una gruta. De modo que nadie se dio cuenta, no lo sabía ninguno de los que contaban. María, la madre, después del parto lo envolvió en pañales y lo depositó en un pesebre.

Un nacimiento como muchos, y sin embargo era el nacimiento de un hombre que sólo Dios podía producir, un hombre que era la forma misma de  Dios (Fil 2,6), un hombre que era la Palabra de Dios hecha carne.  Desde aquel momento Dios no sólo estaba presente en medio de nosotros, sino que era uno de nosotros,  humanidad de nuestra humanidad, hermano de todo ser humano.

He ahí el misterio que celebramos en Navidad: el altísimo se hizo bajísimo, el Eterno se ha hecho mortal, el Omnipotente se ha hecho débil, el Santo se ha hecho solidario con los pecadores, el Invisible se ha hecho visible. Dios se hizo hombre en Jesús, el hijo de María. Este acontecimiento ha producido la crisis de toda relación en la cual Dios es Dios y el hombre es un hombre, porque la trascendencia los separaba. Con la Navidad la humanidad está en Dios y Dios está en la humanidad, y ya no es posible decir y pensar a Dios sin decir y pensar en el hombre. Ese niño desde su nacimiento hasta su muerte manifestará a Dios con su vida, sus palabras, su comportamiento, con su cuerpo ofrecido y entregado en manos de los malhechores.

Después de san Bernardo, Francisco insistía sobre la humanidad de Jesús y su encarnación. Este es un elemento esencial del carisma franciscano. Después de este nacimiento del Dios-hombre, está primero el hombre y no el sábado, existe primero el hombre y no la ley,  antes que adorar a Dios en Jerusalén, se lo adora en Espíritu y en verdad.

De esta revelación se hacen ministros los ángeles, primero el ángel que se apareció a los pastores, luego los ejércitos de ángeles –los 70 ángeles de las naciones, según Orígenes- que alaban a Dios y reconocen su gloria. Precisamente estos pastores, considerados los últimos de la sociedad de Israel, porque en el desierto no observaban las leyes de pureza, eran los primeros destinatarios del Evangelio. A ellos el ángel del Señor les anuncia la buena noticia del hoy de Dios.

Dios se hace hombre par que el hombre pueda hacerse Dios

El hombre está llamado a ser divinizado, a ser transfigurado, a reencontrar su vestido de luz. A descubrir en la simplicidad de un recién nacido envuelto en pañales al Hijo de Dios: esta realidad humilde debe hacernos abrir los ojos.

Esta es nuestra fe humanísima: en la pobreza de Belén la vida se ha manifestado y fueron los pobres quienes la acogieron. Una expresión  atribuida a los padres de la Iglesia decía: “Has visto a tu hermano, has visto a Dios”. Porque ya Dios se ve, se encuentra, se reconoce, se ama, se adora en el hombre y en la mujer que encontramos todos los días. La divinización se vuelve posible cuando todo cristiano se acerca al mesa del pan eucarístico y Belén para él se vuelve la “casa del pan” (esta es la etimología hebrea de Betlehem”).

La tierra ha dado su fruto

Navidad significa que Cristo quiere nacer en el corazón de los creyentes. Ángel Silesio, un místico de los Países Bajos, hacía notar: “Nacería Cristo mil veces en Belén, si no nace en ti, estás perdido eternamente”. Un cisterciense medieval añade: “Cristo todavía no ha nacido del todo. Nace cada vez que un hombre se hace cristiano”.

Francisco de Asís comenta en su primera Admonición: “cada día él se humilla (Fil  2,8), como cuando de sus sedes regias (Sb 18,15) descendió al seno de la Virgen; cada día viene a nosotros en humildes apariencias; cada día desciende del seno del Padre (Jn 1,18; 6,38) sobre el altar en las manos del sacerdote”. Cristo nace sobre el altar cada vez que el sacerdote celebra la eucaristía.

Francisco pone en paralelo la Navidad y la eucaristía, tanto que en Greccio, donde él reproduce la gruta de Belén, él no quiere estatuas, sino la celebración de la eucaristía en el pesebre, porque el Señor allí “viene a nosotros en humildes apariencias”. Recordémoslo, hermanos, cuando participemos en la misa de la noche de Navidad, y reconozcamos la venida del Señor.

La luz brilla en nuestras tinieblas

Ignacio de Antioquía explica a los cristianos de Éfeso el símbolo de la luz que brilla en nuestras tinieblas: “Una estrella brilló en el cielo más brillante que todas las demás, su esplendor era indescriptible y su novedad hizo pasmar. Y hubo una gran turbación: de dónde vendría esta nueva estrella tan diferente de las demás. Desde este día fue borrada toda magia, fue destrozada toda cadena de perversidad, se disipó la ignorancia, el antiguo reino de Satanás se derrumbó, porque Dios apareció en forma de hombre, para realizar el orden nuevo que es la vida eterna”.

Hoy, en el mundo globalizado en el cual vivimos, ser hijo de la luz exige una gran valentía y quizás nos sintamos tentados por el desaliento. Pero su luz continúa brillando, mansa y silenciosa. Hoy en el mundo líquido que es el nuestro, estamos invitados a reencontrar la roca de la Palabra de Dios que se encarnó en Jesús. Él nos ofrece un apoyo firme y seguro, que da fuerza y paz a nuestra vida.

La primavera árabe había encendido un poco de esperanza en Oriente, esperanza que fue rápidamente desengañada. Navidad, que nos habla de una  luz que surge, de una estrella que brilla en el cielo, nos permite recomenzar a esperar. Navidad, en la sociedad de consumo, nos habla del Verbo que se hace pequeño, que escoge para sí la sobriedad y la pequeñez, y nos recuerda que la felicidad no está en el poseer o en el expandirse, sino en hacerse pequeños para servir a los hermanos. Navidad hace renacer la esperanza cristiana y destierra el miedo al futuro.

“Demos gracias a Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo, porque en su misericordia ha tenido misericordia de nosotros y mientras estábamos muertos por nuestros pecados, nos ha hecho revivir con Cristo para que fuéramos en él criaturas nuevas, nuevas obras de sus manos” escribía León Magno.

Feliz Navidad, que el Hijo de la Virgen María llene de gozo sus corazones.


Roma, 29 de noviembre de 2017
Solemnidad de todos los Santos franciscanos

Fraternalmente,
Fr. Michael A. Perry, OFM
Ministro general e Siervo