martes, 30 de enero de 2018

Tercera Orden Regular - TOR

Origen de la Tercera Orden Regular

La Tercera Orden Franciscana fue fundada por S. Francisco en 1221 como una verdadera orden religiosa seglar, pero, ya desde el principio, el deseo de mayor perfección evangélica llevó a algunos hermanos y hermanas a optar por la vida solitaria o eremítica, y a otros, a asociarse en obras de piedad y de caridad, viviendo en común, primero libre y espontáneamente y luego, por necesidad de organización, en estructuras cada vez más estables y reglamentadas. Estos grupos, nacidos y gestionados autónomamente en varias naciones y, a menudo, en ámbitos regionales más restringidos, a un cierto momento sintieron la necesidad de reunirse en Congregaciones. Tales congregaciones nacionales recibieron, en varias épocas y de diversos pontífices, la aprobación canónica, según las exigencias de la nueva forma de vida en común.

En 1295, Bonifacio VIII permitía a los hermanos de la Penitencia de Alemania a llevar vida en común y edificar casas y oratorios donde poder celebrar los oficios divinos. La supresión de las comunidades de beguinas del norte de Europa por el Concilio de Vienne hizo que muchas de ellas se orientaran hacia la Tercera Orden franciscana para sobrevivir. Una bula dudosa de Juan XXII del 18 de noviembre de 1324 defendía a algunos terciarios de la región umbra italiana y recomendaba su forma de vida. Una bula de Bonifacio IX de 1401 autorizaba a los hermanos y hermanas terciarios de la diócesis de Utrecht para celebrar capítulo general, tener estatutos propios y hacer voto solemne de continencia. En agosto de 1411, Juan XXIII concedía a los hermanos y hermanas de Flandes la misma autonomía y aprobaba sus estatutos. Esta congregación llegó a contar con 70 conventos de uno y otro sexo y unos 3000 miembros. Se dedicaban principalmente a la labor hospitalaria y vestían de gris.

Tercera Orden Regular masculina

Las congregaciones masculinas y femeninas de terciarios fueron avanzando progresivamente hacia la vida religiosa plena. El primer reconocimiento canónico de la Tercera Orden Regular fue una bula de Nicolás V, del 20 de julio de 1447, que pretendía reunir a las comunidades masculinas italianas de la TOR en una congregación, con capítulos y ministro generales; pero fue abolido por el mismo papa en 1449, ante la reacción de las mismas agrupaciones, que veían peligrar su autonomía. El paso decisivo hacia la uniformidad fue otra bula de Sixto IV, del 1480, que declaraba solemnes los votos emitidos por estas congregaciones de "terceros" o terciarios, masculinas y femeninas. La Congregación italiana celebró su primer capítulo general el 25 de julio de 1448 y fue teniendo cada vez más peso en el consejo de las distintas congregaciones independientes.

Al principio, los hermanos de la TOR siguieron la regla de Nicolás IV, con estatutos propios y adaptaciones; a partir del 1472-75 tuvieron regla propia, pero el paso más importante hacia la unidad de las Congregaciones fue la Regla que León X promulgó en 1521, inspirada, en parte, en la de Nicolás IV, que se convirtió en Regla común de todas las Comunidades de Terciarios y Terciarias. Esta regla tenía el inconveniente que suprimía a los superiores generales y las congregaciones, y sometía al superior de cada casa a los ministros franciscanos observantes. Los españoles y portugueses, sin embargo, obtuvieron de Pablo III, en 1547, la promulgación de tres reglas distintas, una para los terciarios que vivían en comunidad, otra para las monjas y otra para los terciarios seglares que vivían en sus casas o en ermitas. A imitación de los españoles, la congregación lombarda obtuvo en 1549 constituciones propias y total independencia de los frailes de la Observancia, con superiores generales y provinciales propios. San Pío V, en 1568, volvió a someterlos a la Observancia e imponía a las hermanas la estricta clausura, pero recuperaron de nuevo la autonomía con Sixto V en 1586. A la congregación lombarda se unieron enseguida las de Sicilia, Dalmacia (1602) y Flandes (1650). La congregación española, dividida en tres provincias, se mantuvo más dependiente de la Observancia. La de Francia se constituyó en siete provincias, gracias al tesón de Vicente Mussart (+ 1637) y al apoyo de rey. Esta reforma se llamó "de la estrecha observancia", y fue la más adicta a la primera Orden franciscana.

Otras congregaciones existían en Alemania, Bohemia, Hungría, Irlanda e Inglaterra. A pesar de los daños sufridos por la reforma protestante, entre los siglos XVII y XVIII había en Alemania más de 200 casas y 30 en Irlanda. Una estadística de 1625 daba un total de 17 provincias con 327 conventos y 2250 religiosos. Un buen número de conventos se perdieron en Italia en virtud de las medidas adoptadas bajo el papa Inocencio X. El siglo XVII fue el de mayor esplendor, pero los acontecimientos revolucionarios europeos de los últimos siglos casi las hicieron desaparecer.

En España no quedó ninguna casa de terciarios regulares tras la desamortización de Mendizábal (1836-6). Sólo sobrevivió, muy maltrecha, la congregación italiana, formada por 4 provincias a principios del siglo XX. A ella se unió en 1906 la Tercera Orden Regular masculina española , restaurada en 1878, en Llucmajor (Mallorca), por de fray Antonio Ripoll Salvá, que se extendió luego por España, USA, México, Brasil y Perú. En 1908 se agregó también una congregación de Estados Unidos. En 1921, con ocasión del centenario de la fundación de la Orden Tercera, el papa Benedicto XV manifestaba su deseo de que todas las familias religiosas de uno y otro sexo, que profesan los votos simples, se unieran a la TOR de votos solemnes para formar con ella "un solo cuerpo fuerte y vigoroso", sin conseguir ningún resultado efectivo.

Hoy los miembros de la Tercera Orden Regular masculina rondan el millar y desarrollan una intensa actividad pastoral en los cinco continentes, repartidos en 7 provincias y 5 viceprovincias. El hábito, hasta hace poco, era negro y semejante al de los frailes Conventuales, pero en el último capítulo general se ha decidido volver a la forma y al color gris tradicionales, en aquellas provincias que lo determinen. Su sede o Curia Generalicia está en la Basílica de los Santos Cosme y Damián de Roma, Vía de los Foros Imperiales 1, 00186 ROMA, Italia. Tel. (06) 699.15.40, FAX (06) 678.49.70.

Tercera Orden Regular femenina

Desde el siglo XIII han existido las comunidades de terciarias dedicadas a obras de caridad y de apostolado, sin comprometerse nunca con votos solemnes ni a vivir en clausura. Entre ellas hay que mencionar a las Hospitalarias o Hermanas grises y a las Elisabetinas del centro-norte de Europa, así como a las Ursulinas o Compañía de Santa Úrsula, fundada por Santa Ángela Mérici (+ 1540).
La institución más dinámica, que anticipaba el espíritu y misión de las modernas congregaciones franciscanas femeninas, fue la de la beata Angelina de Marsciano (+ 1435), con autoridad de ministra general recibida de Bonifacio IX y de Martin V. Cada uno de sus 16 monasterios podía elegir su propia ministra, que era la encargada de recibir novicias y admitir a la profesión. La general era elegida por las ministras locales y su tarea era visitar las comunidades y admitir a hermanas de otras congregaciones similares. Se ocupaban fundamentalmente de la instrucción de la juventud femenina. Las italianas se pusieron bajo la jurisdicción de los frailes observantes, conservando su propia organización. El continuo viajar de la ministra general para las visitas fue lo que provocó que Pío II suprimiera dicho cargo en 1461, mientras los observantes imponían a todas las religiosas la clausura religiosa.

La gran floración de institutos franciscanos de todo tipo se produjo, sin embargo, en el siglo XIX, coincidiendo con el descenso numérico e institucional de las ramas de la primera orden, por obra, en muchos casos, de religiosos exclaustrados. Las nuevas fundaciones salían al paso de las necesidades creadas por el proletariado, fruto del capitalismo liberal y la industrialización. Los objetivos eran bien concretos: asistencia a niños, enfermos, ancianos, marginados, emigrantes, instrucción escolar y profesional, atención a la juventud desviada y a las prostitutas.

Las nuevas congregaciones franciscanas emitían votos simples, temporales o perpetuos, para evitar la norma tridentina que obligaba a la clausura a las de votos solemnes. Sólo en 1905 tales congregaciones fueron reconocidas como religiosas por la Iglesia, a condición que se agregaran a una de las ramas de la primera orden o de la tercera orden regular. Actualmente existen centenares de Congregaciones franciscanas regulares. Los frailes menores (antiguos observantes y reformados) dirigen 7 congregaciones y tienen agregadas 11 masculinas y 270 femeninas; los conventuales tienen agregadas 4 masculinas y 33 femeninas; los capuchinos 9 masculinas y 89 femeninas; los terciarios regulares, 2 masculinas y 3 femeninas.

viernes, 19 de enero de 2018

Semana de oración por la unidad de los cristianos


Semana de oración por la unidad de los cristianos
18 - 25 de enero de 2018

DESCARGA LAS REFLEXIONES BÍBLICAS 
Y ORACIONES PARA EL OCTAVARIO: 
https://goo.gl/WdxK2B

Al menos una vez al año, se invita a los cristianos a evocar la oración de Jesús para sus discípulos: «para que todos sean uno; [...]; para que el mundo crea [...]» (véase Juan 17,21). Los corazones se conmueven y los cristianos se reúnen para orar por su unidad. Las congregaciones y parroquias de todo el mundo organizan intercambios de predicadores o celebraciones y cultos ecuménicos especiales. El evento en el que tiene su origen esta experiencia única es la Semana de oración por la unidad de los cristianos.

Esta semana de oración se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero, entre las festividades de la confesión de San Pedro y la de la conversión de San Pablo. En el hemisferio sur, en el que el mes de enero es un mes de vacaciones, las iglesias encuentran en muchas ocasiones otros momentos para celebrarla, por ejemplo en torno a Pentecostés, que también es una fecha simbólica para la unidad.

Fue tu diestra quien lo hizo, Señor, resplandeciente de poder
(Ex 15:6)

Las Iglesias del Caribe fueron elegidas para redactar el borrador de los materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2018. El Caribe actual está profundamente marcado por el proyecto deshumanizante de la explotación colonial. Muy lamentablemente, a lo largo de 500 años de colonialismo y de esclavitud, la actividad misionera cristiana en la región, exceptuando algunos casos notables, estaba muy ligada a este sistema deshumanizante y en muchas ocasiones lo justificaba y reforzaba. Mientras que los que trajeron la Biblia a la región usaban las Escrituras para justificar la subyugación de un pueblo esclavo, en la mano de los esclavizados se volvía una inspiración, una garantía de que Dios estaba de su parte y de que les llevaría a la libertad.

Hoy en día los cristianos del Caribe pertenecientes a distintas tradiciones ven el actuar de la diestra de Dios en el fin de la esclavitud. Esta es una experiencia unificadora de la acción salvífica de Dios que dona libertad. Por este motivo se consideró muy apropiada la elección del canto de Moisés y María (Ex 15, 1-21) como tema para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2018. Es un canto de victoria sobre la opresión. Este tema ha sido recogido en un canto, La diestra de Dios, escrito en un taller de una reunión de la Conferencia de las Iglesias del Caribe celebrada en agosto de 1981, que se ha vuelto un himno del movimiento ecuménico de la región y que ha sido traducido a distintas lenguas.

lunes, 1 de enero de 2018

¡Busquemos la paz, hagamos el bien!


¡Busquemos la paz, hagamos el bien!
Familia Franciscana, constructores de paz y de bien


Paz y Bien, queridos hermanos y hermanas:

Reciban el saludo de Jesús con nosotros: ¡La paz esté con ustedes!

Como Familia Franciscana vemos y vivimos nuestra realidad con dolor, conociendo y experimentando el sufrimiento que provoca la violencia en nuestro país. Los cientos de miles de víctimas de la inseguridad son para nosotros una interpelación de nuestra vocación franciscano-clareana.

Creemos que en este momento crítico, en el que muchas estructuras sociales y políticas se han colapsado, estamos llamados a reavivar con ilusión las palabras del Señor: Francisco, repara mi Iglesia. Estas palabras nos comprometen a construir una sociedad más justa, próspera y en paz, reconociendo que los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo (GS 1).

Siendo miembro del pueblo de Dios, queremos discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo, los múltiples signos de nuestro tiempo y valorarlos, a fin de que la dignidad de la persona sea reconocida y el bien común sea alcanzado. La imagen de Francisco de Asís frente al lobo de Gubbio (cf. Fl XXI) nos invita a vivir firme y confiadamente comprometidos, en realizar la justicia y trabajar por la paz en los diversos ámbitos donde nuestra vida evangélica está presente. Nuestra identidad de ser hermanos nos alienta a promover la fraternidad, como un medio eficaz de transformación de la existencia humana y de las relaciones con los otros, abriendo a los hombres a la solidaridad y a la reciprocidad. Hoy, la Buena Nueva para nosotros es Dios clamando la salvación para los otros, para los que sufren injustamente, para las víctimas y los vencidos de nuestra historia.

Los atentados a la familia, a la niñez, a las mujeres y la juventud, la injusticia e iniquidad, la corrupción e impunidad, la violencia, el narcotráfico, los asesinatos y desaparecidos, la inseguridad y la extorsión, son situaciones que nos invitan a reconstruir nuestro tejido social. Además, el proceso electoral del 1 de julio de 2018 será un momento de gran intensidad para repensar nuestro actuar como ciudadanos comprometidos con el Reino. Desde un espíritu solidario lleno de humanidad, queremos proclamar que Dios es nuestro protector, nuestro custodio y nuestro defensor y que todas las situaciones que vivimos nos hacen reconocer su presencia en medio de nosotros y buscar mantenernos firmes en la fe (cfr. 1 Cor 16, 13).

Nos sentimos profundamente llamados a experimentar la esperanza del Señor, acompañando y caminando con nuestra gente, buscando ser testigos con nuestro carisma de la unidad, la paz y el amor del Dios de la Vida. Desde esta vivencia de fe y unidos como hermanos de una misma familia, queremos proclamar el 2018 como un Año por la Paz en México. Iniciando un camino de oración y de penitencia, de memoria y de reflexión y sobre todo de acción. A ejemplo de Francisco y Clara de Asís asumimos la tarea de buscar la paz y hacer el bien, siendo los constructores del Reino que las situaciones de hoy demandan.

Serán varias las actividades que iremos realizando a lo largo de este año. En un primer momento te invitaremos a las jornadas de oración que las hermanas Clarisas irán realizando en nuestro país en este año. Cada dos meses iremos publicando un tema de reflexión para su lectura personal. Además, proponemos una oración franciscana por la paz y la oportunidad de sumar a un ramillete espiritual uniendo nuestra voz en una misma plegaria. A lo largo del año nos encontraremos como Familia Franciscana en diversos puntos del país para realizar una acción concreta por la paz. Te invitamos a visitar nuestro blog: http://coframex.blogspot.mx/ y fanpage: https://www.facebook.com/infocoframex/  para conocer más datos sobre estas actividades.

Con la confianza puesta en el Señor, imploramos la intercesión de Santa María de Guadalupe, Reina de la Paz, para tener la valentía y la fortaleza de ser constructores de un México más digno y en paz.

Cd. de México, 1 de enero de 2018.
Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.


Fraternalmente


Sor Griselda Quiroz, OSCUrb
Sor Lourdes García, OSCCap
Sor Guadalupe Sainz, OSC
Hna. María Esther Pérez, OFS
Hno. Ángel de la Rosa, OFS
Fr. Mario Castro, OFMConv
Fr. Armando Vázquez Soto, OFM
Fr. Mauricio Alarcón, TOR


Fr. Néstor Wer, OFMCap