viernes, 30 de junio de 2017

Declaración de Madrid




VIIº CONGRESO DE LA ESEF
DECLARACIÓN DE MADRID

24 DE MAYO DE 2107



Introducción

 Rememorando la Bula Ite vos y conscientes, como familia franciscana  y como  ciudadanos, de participar en un momento de novedad y de luz, no queremos dejar pasar la ocasión de manifestar nuestro anhelo de vivir y evangelizar unidos por la fraternidad.

Esta DECLARACIÓN es, además de un signo de buena voluntad y hermandad, un compromiso que tomamos quienes hemos participado en el Congreso de Madrid acompañados por nuestros hermanos y hermanas superiores mayores. Quisiéramos animar a semejante compromiso en torno a la unidad a todas nuestras hermanas y hermanos.

La presencia de nuestros hermanos ministros generales (M. Perry, M. Jöhri, M. Tasca) nos alienta en la dirección de entrelazar nuestros caminos para que brille con más fuerza el sol de la fraternidad y su dinámica de vida.


Un proceso de comunión fraterna

Está pasando ya el tiempo del desencuentro. Habrá que comprender la historia. A lo largo de los últimos años, al redescubrir la hermosura del origen común en las fuentes franciscanas y al acercar nuestros caminos vitales, hemos percibido que la suma de tradiciones es un valor que conviene mantener vivo para enriquecimiento de todos. Estamos llamados a una comunión en la diversidad que se aglutina en una unidad amplia, envolvente, espiritual.
Por una parte, y del mismo modo que la desunión fue la consecuencia de un largo proceso de alejamiento, la comunión en la diversidad ha de ser fruto de otro proceso de acercamiento, aprecio y colaboración. Tenemos la confianza de que este segundo camino no será tan largo como el del alejamiento y que los beneficios de la unidad irán viniendo en nuestra vida franciscana como fruto maduro.
Por otra parte, la novedad carismática que supuso y supone la fraternitas franciscana, y estos “tiempos nuevos para una fraternidad nueva” nos acercan y aproximan a unos y otros. Y, a su vez, estos tiempos con asuntos tan graves de igualdades/desigualdades, inclusión/exclusión, dignidad/indignidad… hacen que nuestras pequeñas historias de familia parezcan minúsculas en ese contexto global del que hacemos parte.
La historia y los muchos saberes sobre nuestra condición humana, nos ha hecho a todos un poco más humildes. Y por ello, quizás, estamos en condiciones de “revertir la historia”. Que no para, que continúa; que no tiene por qué ser una inercia. Seguramente vale un poco también para nosotros una frase de Jon Sobrino: “Sólo utópica y esperanzadamente uno puede creer y tener ánimos para intentar con todos los pobres y oprimidos del mundo revertir la historia, subvertirla y lanzarla en otra dirección” (J. Sobrino). Colaborar a esa subversión de la historia y a lanzarla y empujarla en otra dirección. Es necesario volver a cambiar las preguntas, saber responder al sentido profundo de la vocación evangélica y de ahí a la básica vocación franciscana.


Un proyecto de unidad

Este proyecto de unidad habría de estar basado en hondas raíces humanas, tales como la fraternidad social y la suerte de vivir en tiempos de laicidad. También en raíces cristianas: un bautismo vivido en modos apasionados, una comunión contemplativa que sabe del amor trinitario en su darse a la historia. Y serán así mismo necesarias las raíces relacionales de la vida comunitaria.
Pensamos que el proyecto de unidad ha de tener el valor de la audacia y habrá de asumir el riesgo del fracasar. Esta humildad esencial es necesaria para transitar en las sendas de la unidad.
Habríamos de ir descubriendo la extraña y hermosa razón común que nos sustenta, dada la maravilla de la pluralidad. La gran pregunta a resolver será: ¿qué puertas nos abre hoy la fraternidad común?
Por eso, en el camino hacia la unidad se cruzan con nosotros todos los itinerantes cuya suerte no nos puede ser indiferente. Una unidad solamente nuestra sería una unidad limitada. Sigue siendo un reto el de involucrarnos con la gente en medio de la cual vivimos en trabajos de fraternidad y de paz. Ese es el modo franciscano de ser Iglesia.


Tiempo de intentos

Esta es nuestra hora. De ahí que valoremos todos los intentos que ya se están haciendo y que apuntan al horizonte de la unidad:

Hemos de acentuar la cercanía, la convivencia, la colaboración entre todos los grupos. Ha pasado la hora en que, buscando identidad en lo propio, se trabajaba únicamente para el grupo al que se pertenecía. Es más urgente que nunca pasar a la orilla de lo común, de lo interfranciscano.
Veríamos con ojos agradecidos que los ministros generales convocasen un Capítulo General Interfranciscano, como algo alternativo a los otros Capítulos, y a la manera como se hace en algunas regiones de Italia, en que el tema de la unidad y sus variados retos fuera tratado de modo orante, reflexivo y práctico.
Apoyamos el camino iniciado para la creación de una única Universidad Franciscana en Roma con la certeza de que el estudio conjunto ha de favorecer el ideal de unidad.
Además de esto, sería un bien para la Iglesia, la Orden y la sociedad, el que se creara, dentro de esa Universidad o paralelamente a ella una Escuela de Mediación donde se enseñara a mediar en los conflictos contribuyendo así a la construcción de la paz.
Deseamos se potencien las fraternidades y los proyectos sociales y formativos interfranciscanos que formen para la comunicación y la relación de los hermanos con la certeza de que el lenguaje de la colaboración práctica nos ha de llevar a la comunión real.
Desearíamos que los ministros generales nombraran una comisión internacional con el fin de estudiar y dinamizar el camino de una posible unidad.
Consideramos que es un avance y, por ello, apoyamos la petición conjunta de los ministros generales de que se contemple la fraternidad como marco jurídico para nuestros grupos franciscanos abriendo la posibilidad de que cualquier hermano, laico o sacerdote, ostente cargos de dirección fraterna.


Conclusión

No podemos descartar del horizonte de la vida franciscana el anhelo de unidad total en una sola familia de hermanos y hermanas menores. Pertenece al legado franciscano y al evangélico: “Que todos sean uno” (Jn 17,21).
Queremos tomar muy en serio el anhelo de muchas hermanas y hermanos franciscanos que han hablado y soñado con un ecumenismo franciscano tangible, en hechos concretos, que nos encaminen y hermanen en la senda de la unidad. No queremos dejar morir a aquellos “viejos profetas” que son el humus sobre el que vivimos hoy.
Desde la sencillez de esta Declaración de Madrid, los participantes renovamos y acogemos el anhelo explícito de nuestro hermano Francisco: “Y todos sin excepción llámense hermanos menores” (Rnb 3,3).









jueves, 22 de junio de 2017

Gozo, acogida y fraternidad: la conclusión del capítulo generalísimo


La bula del papa León X Ite vos, del 29 de mayo de 1517, debería haber recompuesto las divergencias ya notorias entre los Hermanos Menores acerca del modo de vivir auténticamente el carisma del Fundador. En cambio decretó la división en dos ramas (Hermanos Menores de la Regular Observancia y Hermanos Menores Conventuales) a los que un decenio más tarde se añadió una tercera rama, la de los Hermanos Menores Capuchinos. Desde entonces cada una de las tres ramas masculinas ha llevado adelante su propia tradición, cada vez más reforzada en la diferenciación con los otros hermanos, manifestando en algunos momentos mutuo apoyo y colaboración, pero también llegando en algunas ocasiones a alguna forma de choque.

En los últimos años los hijos de Francisco de Asís, en especial los de la tierra umbra – donde nació el carisma y región a la cual dirigen su mirada todos los hermanos de la Orden – han empezado con el cálido apoyo de sus respectivos Ministros generales, un camino de reconciliación para un testimonio de comunión siempre más evidente, por lo menos igual a lo que fue la separación de cinco siglos atrás. En este itinerario de cuatro años, que ya ha visto a los Ministros generales otorgarse un recíproco perdón en la Porciúncula el 11 de julio de 2016, una fecha significativa para este proceso, se ha llegado este año a celebrar un Capítulo, llamado por esto “generalísimo”, a partir de esta otra fecha significativa del 29 de mayo.

En el Oasis de San Francisco en Foligno una representación de hermanos de la única Familia Franciscana, expresión de la presencia de las Órdenes masculinas en la Umbría, se reunieron durante cuatro días, junto con los Ministros generales, concluida en la mañana del 2 de junio en Asís como forma de “restituir” a los hermanos, para hacerlos partícipes de todo lo vivido (a los Capitulares se unió una representación proveniente de los demás conventos), y al Señor, con la alabanza y la acción de gracias por la obra que va realizando.

El primero de estos momentos tuvo lugar en la Sala de Prensa del Sacro Convento y comenzó con tres testimonios. El primero en hablar fue fray Mauro Botti, OFM, que al punto definió como “bello el camino emprendido de recíproca escucha que ya ha llevado a una reconciliación celebrada ante el Señor. Fray Iván Scicluna, OFMCap., leyó una obra del Espíritu Santo, concluyendo con la urgencia de compartir con su propia fraternidad de Spello la belleza de esta experiencia, invitando a todos a hacer lo mismo para desencadenar una buena, positiva, fecunda “reacción en cadena”. Igualmente fray Danilo Marinelli, OFMConv., expresó tanta gratitud por el momento vivido juntos, tan rico de gracia que es difícil de sintetizar y cuyos frutos se verán ciertamente más adelante. Después de estas tres preciosas intervenciones, fray Marcello Fadda, TOR, propuso una breve síntesis de todo lo que resultó durante los cuatro días de Capítulo. Fray Marcello enumeró algunas de las muchas propuestas concretas surgidas, todas en busca de expresar con los hechos la posibilidad de un camino juntos, y cuya factibilidad será comprobada ahora.

Fray Mauro Jöhri, OFMCap., en nombre de los otros Ministros generales, ausentes por otros compromisos adquiridos con anterioridad, garantizó la aprobación – manifestada con la presencia durante todo el tiempo en la sede capitular – y el interés de todos ellos en pro de esta iniciativa nacida en la Umbría, tierra a la que miran todas  las Órdenes Franciscanas.

Los Ministros generales ya tienen modo de encontrarse y trabajar juntos y el mismo Papa Francisco durante su primera visita a Asís, nos exhortaba a esto. Personalmente ha acogido con entusiasmo la invitación, presentada por don Darío y por la periodista Angeli, a redescubrir y cuidar nuestro carisma, como una exigencia que hace el mundo a los franciscanos, “En estos días se han puesto los cimientos – ha añadido -, pero ahora hay que construir usando el “cemento” de la  oración y de la vida espiritual”. Ha augurado además, la realización de una de las ideas surgidas durante el capítulo: Un “pensatorio franciscano” que haga conocer y valorice la historia franciscana, y a través de ella promueva la estima y el respeto de las personas, las de la propia y la de la otra Orden. Fray Mauro concluyó su intervención validando la intención de dirigirse al señor Papa con el mayor número posible de hermanos el próximo 29 de noviembre de 2017 para recibir de Él la bendición y una palabra sobre este camino emprendido juntos. Un primer asentimiento, verbal, ya lo dio el Papa a los cuatro Ministros generales durante un encuentro privado, pero ahora será necesario puntualizar su fecha y modalidad.

En la espléndida Basílica Inferior, los hermanos celebraron la Eucaristía presidida por S. E. Mons. José Rodríguez Carballo, OFM, Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el cual comenzó expresando la “gran alegría de encontrarse con la amadísima Familia Franciscana”.

Para el texto completo (en italiano): www.assisiofm.it