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viernes, 13 de septiembre de 2019

Un opúsculo conmemorativo



SAN FRANCISCO Y EL SULTÁN, 1219-2019: UN OPÚSCULO CONMEMORATIVO

En reconocimiento a la continua relevancia del encuentro entre san Francisco y sultán al-Malik al-Kamal en 1219, la Comisión Especial para el Diálogo con el Islam se complace en presentarles a ustedes, los Hermanos de la Orden y a nuestros muchos amigos, San Francisco y el Sultán, 1219-2019: Un Opúsculo Conmemorativo.

Este folleto proporciona una colección de artículos informativos que explican el encuentro histórico a través de las vidas y las creencias de san Francisco y el Sultán, exploran su reunión a través de los ojos de un artista y director de cine, y brindan una perspectiva musulmana sobre el diálogo interreligioso. Las fundaciones católicas y franciscanas para el diálogo interreligioso están representadas por extractos de las encíclicas papales, los documentos del Concilio Vaticano II y las Constituciones de la Orden de los Hermanos Menores. También se incluyen sugerencias para la lectura adicional.

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miércoles, 6 de febrero de 2019

DOCUMENTO SOBRE LA FRATERNIDAD HUMANA POR LA PAZ MUNDIAL Y LA CONVIVENCIA COMÚN



DOCUMENTO SOBRE LA
FRATERNIDAD HUMANA
POR LA PAZ MUNDIAL Y LA CONVIVENCIA COMÚN



Prefacio

La fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano que debe sostener y amar. Por la fe en Dios, que ha creado el universo, las criaturas y todos los seres humanos —iguales por su misericordia—, el creyente está llamado a expresar esta fraternidad humana, protegiendo la creación y todo el universo y ayudando a todas las personas, especialmente las más necesitadas y pobres.

Desde este valor trascendente, en distintos encuentros presididos por una atmósfera de fraternidad y amistad, hemos compartido las alegrías, las tristezas y los problemas del mundo contemporáneo, en el campo del progreso científico y técnico, de las conquistas terapéuticas, de la era digital, de los medios de comunicación de masas, de las comunicaciones; en el ámbito de la pobreza, de las guerras y de los padecimientos de muchos hermanos y hermanas de distintas partes del mundo, a causa de la carrera de armamento, de las injusticias sociales, de la corrupción, de las desigualdades, del degrado moral, del terrorismo, de la discriminación, del extremismo y de otros muchos motivos.

De estos diálogos fraternos y sinceros que hemos tenido, y del encuentro lleno de esperanza en un futuro luminoso para todos los seres humanos, ha nacido la idea de este «Documento sobre la Fraternidad Humana». Un documento pensado con sinceridad y seriedad para que sea una declaración común de una voluntad buena y leal, de modo que invite a todas las personas que llevan en el corazón la fe en Dios y la fe en la fraternidad humana a unirse y a trabajar juntas, para que sea una guía para las nuevas generaciones hacia una cultura de respeto recíproco, en la comprensión de la inmensa gracia divina que hace hermanos a todos los seres humanos.

Documento

En el nombre de Dios que ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos, para poblar la tierra y difundir en ella los valores del bien, la caridad y la paz.

En el nombre de la inocente alma humana que Dios ha prohibido matar, afirmando que quien mata a una persona es como si hubiese matado a toda la humanidad y quien salva a una es como si hubiese salvado a la humanidad entera.

En el nombre de los pobres, de los desdichados, de los necesitados y de los marginados que Dios ha ordenado socorrer como un deber requerido a todos los hombres y en modo particular a cada hombre acaudalado y acomodado.

En el nombre de los huérfanos, de las viudas, de los refugiados y de los exiliados de sus casas y de sus pueblos; de todas las víctimas de las guerras, las persecuciones y las injusticias; de los débiles, de cuantos viven en el miedo, de los prisioneros de guerra y de los torturados en cualquier parte del mundo, sin distinción alguna.

En el nombre de los pueblos que han perdido la seguridad, la paz y la convivencia común, siendo víctimas de la destrucción, de la ruina y de las guerras.

En nombre de la «fraternidad humana» que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales.

En el nombre de esta fraternidad golpeada por las políticas de integrismo y división y por los sistemas de ganancia insaciable y las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres.

En el nombre de la libertad, que Dios ha dado a todos los seres humanos, creándolos libres y distinguiéndolos con ella.

En el nombre de la justicia y de la misericordia, fundamentos de la prosperidad y quicios de la fe.

En el nombre de todas las personas de buena voluntad, presentes en cada rincón de la tierra.

En el nombre de Dios y de todo esto, Al-Azhar al-Sharif —con los musulmanes de Oriente y Occidente—, junto a la Iglesia Católica —con los católicos de Oriente y Occidente—, declaran asumir la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio.

Nosotros —creyentes en Dios, en el encuentro final con él y en su juicio—, desde nuestra responsabilidad religiosa y  moral, y a través de este Documento, pedimos a nosotros mismos y a los líderes del mundo, a los artífices de la política internacional y de la economía mundial, comprometerse seriamente para difundir la cultura de la tolerancia, de la convivencia y de la paz; intervenir lo antes posible para parar el derramamiento de sangre inocente y poner fin a las guerras, a los conflictos, a la degradación ambiental y a la decadencia cultural y moral que el mundo vive actualmente.

Nos dirigimos a los intelectuales, a los filósofos, a los hombres de religión, a los artistas, a los trabajadores de los medios de comunicación y a los hombres de cultura de cada parte del mundo, para que redescubran los valores de la paz, de la justicia, del bien, de la belleza, de la fraternidad humana y de la convivencia común, con vistas a confirmar la importancia de tales valores como ancla de salvación para todos y buscar difundirlos en todas partes.

Esta Declaración, partiendo de una reflexión profunda sobre nuestra realidad contemporánea, valorando sus éxitos y viviendo sus dolores, sus catástrofes y calamidades, cree firmemente que entre las causas más importantes de la crisis del mundo moderno están una conciencia humana anestesiada y un alejamiento de los valores religiosos, además del predominio del individualismo y de las filosofías materialistas que divinizan al hombre y ponen los valores mundanos y materiales en el lugar de los principios supremos y trascendentes.

Nosotros, aun reconociendo los pasos positivos que nuestra civilización moderna ha realizado en los campos de la ciencia, la tecnología, la medicina, la industria y del bienestar, en particular en los países desarrollados, subrayamos que, junto a tales progresos históricos, grandes y valiosos, se constata un deterioro de la ética, que condiciona la acción internacional, y un debilitamiento de los valores espirituales y del sentido de responsabilidad. Todo eso contribuye a que se difunda una sensación general de frustración, de soledad y de desesperación, llevando a muchos a caer o en la vorágine del extremismo ateo o agnóstico, o bien en el fundamentalismo religioso, en el extremismo o en el integrismo ciego, llevando así a otras personas a ceder a formas de dependencia y de autodestrucción individual y colectiva.

La historia afirma que el extremismo religioso y nacional y la intolerancia han producido en el mundo, tanto en Occidente como en Oriente, lo que podrían llamarse los signos de una «tercera guerra mundial a trozos», signos que, en diversas partes del mundo y en distintas condiciones trágicas, han comenzado a mostrar su rostro cruel; situaciones de las que no se conoce con precisión cuántas víctimas, viudas y huérfanos hayan producido. Asimismo, hay otras zonas que se preparan a convertirse en escenario de nuevos conflictos, donde nacen focos de tensión y se acumulan armas y municiones, en una situación mundial dominada por la incertidumbre, la desilusión y el miedo al futuro y controlada por intereses económicos miopes.

También afirmamos que las fuertes crisis políticas, la injusticia y la falta de una distribución equitativa de los recursos naturales —de los que se beneficia solo una minoría de ricos, en detrimento de la mayoría de los pueblos de la tierra— han causado, y continúan haciéndolo, gran número de enfermos, necesitados y muertos, provocando crisis letales de las que son víctimas diversos países, no obstante las riquezas naturales y los recursos que caracterizan a las jóvenes generaciones. Con respecto a las crisis que llevan a la muerte a millones de niños, reducidos ya a esqueletos humanos —a causa de la pobreza y del hambre—, reina un silencio internacional inaceptable.

En este contexto, es evidente que la familia es esencial, como núcleo fundamental de la sociedad y de la humanidad, para engendrar hijos, criarlos, educarlos, ofrecerles una moral sólida y la protección familiar. Atacar la institución familiar, despreciándola o dudando de la importancia de su rol, representa uno de los males más peligrosos de nuestra época.

Declaramos también la importancia de reavivar el sentido religioso y la necesidad de reanimarlo en los corazones de las nuevas generaciones, a través de la educación sana y la adhesión a los valores morales y a las enseñanzas religiosas adecuadas, para que se afronten las tendencias individualistas, egoístas, conflictivas, el radicalismo y el extremismo ciego en todas sus formas y manifestaciones.

El primer y más importante objetivo de las religiones es el de creer en Dios, honrarlo y llamar a todos los hombres a creer que este universo depende de un Dios que lo gobierna, es el Creador que nos ha plasmado con su sabiduría divina y nos ha concedido el don de la vida para conservarlo. Un don que nadie tiene el derecho de quitar, amenazar o manipular a su antojo, al contrario, todos deben proteger el don de la vida desde su inicio hasta su muerte natural. Por eso, condenamos todas las prácticas que amenazan la vida como los genocidios, los actos terroristas, las migraciones forzosas, el tráfico de órganos humanos, el aborto y la eutanasia, y las políticas que sostienen todo esto.

Además, declaramos —firmemente— que las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre. Estas desgracias son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, del uso político de las religiones y también de las interpretaciones de grupos religiosos que han abusado —en algunas fases de la historia— de la influencia del sentimiento religioso en los corazones de los hombres para llevarlos a realizar algo que no tiene nada que ver con la verdad de la religión, para alcanzar fines políticos y económicos mundanos y miopes. Por esto, nosotros pedimos a todos que cese la instrumentalización de las religiones para incitar al odio, a la violencia, al extremismo o al fanatismo ciego y que se deje de usar el nombre de Dios para justificar actos de homicidio, exilio, terrorismo y opresión. Lo pedimos por nuestra fe común en Dios, que no ha creado a los hombres para que sean torturados o humillados en su vida y durante su existencia. En efecto, Dios, el Omnipotente, no necesita ser defendido por nadie y no desea que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente.

Este Documento, siguiendo los Documentos Internacionales precedentes que han destacado la importancia del rol de las religiones en la construcción de la paz mundial, declara lo siguiente:

- La fuerte convicción de que las enseñanzas verdaderas de las religiones invitan a permanecer anclados en los valores de la paz; a sostener los valores del conocimiento recíproco, de la fraternidad humana y de la convivencia común; a restablecer la sabiduría, la justicia y la caridad y a despertar el sentido de la religiosidad entre los jóvenes, para defender a las nuevas generaciones del dominio del pensamiento materialista, del peligro de las políticas de la codicia de la ganancia insaciable y de la indiferencia, basadas en la ley de la fuerza y no en la fuerza de la ley.

- La libertad es un derecho de toda persona: todos disfrutan de la libertad de credo, de pensamiento, de expresión y de acción. El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta Sabiduría Divina es la fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente. Por esto se condena el hecho de que se obligue a la gente a adherir a una religión o cultura determinada, como también de que se imponga un estilo de civilización que los demás no aceptan.

- La justicia basada en la misericordia es el camino para lograr una vida digna a la que todo ser humano tiene derecho.

- El diálogo, la comprensión, la difusión de la cultura de la tolerancia, de la aceptación del otro y de la convivencia entre los seres humanos contribuirían notablemente a que se reduzcan muchos problemas económicos, sociales, políticos y ambientales que asedian a gran parte del género humano.

- El diálogo entre los creyentes significa encontrarse en el enorme espacio de los valores espirituales, humanos y sociales comunes, e invertirlo en la difusión de las virtudes morales más altas, pedidas por las religiones; significa también evitar las discusiones inútiles.

- La protección de lugares de culto —templos, iglesias y mezquitas— es un deber garantizado por las religiones, los valores humanos, las leyes y las convenciones internacionales. Cualquier intento de atacar los lugares de culto o amenazarlos con atentados, explosiones o demoliciones es una desviación de las enseñanzas de las religiones, como también una clara violación del derecho internacional.

- El terrorismo execrable que amenaza la seguridad de las personas, tanto en Oriente como en Occidente, tanto en el Norte como en el Sur, propagando el pánico, el terror y el pesimismo no es a causa de la religión —aun cuando los terroristas la utilizan—, sino de las interpretaciones equivocadas de los textos religiosos, políticas de hambre, pobreza, injusticia, opresión, arrogancia; por esto es necesario interrumpir el apoyo a los movimientos terroristas a través del suministro de dinero, armas, planes o justificaciones y también la cobertura de los medios, y considerar esto como crímenes internacionales que amenazan la seguridad y la paz mundiales. Tal terrorismo debe ser condenado en todas sus formas y manifestaciones.

- El concepto de ciudadanía se basa en la igualdad de derechos y deberes bajo cuya protección todos disfrutan de la justicia. Por esta razón, es necesario comprometernos para establecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y renunciar al uso discriminatorio de la palabra minorías, que trae consigo las semillas de sentirse aislado e inferior; prepara el terreno para la hostilidad y la discordia y quita los logros y los derechos religiosos y civiles de algunos ciudadanos al discriminarlos.

- La relación entre Occidente y Oriente es una necesidad mutua indiscutible, que no puede ser sustituida ni descuidada, de modo que ambos puedan enriquecerse mutuamente a través del intercambio y el diálogo de las culturas. El Occidente podría encontrar en la civilización del Oriente los remedios para algunas de sus enfermedades espirituales y religiosas causadas por la dominación del materialismo. Y el Oriente podría encontrar en la civilización del Occidente tantos elementos que pueden ayudarlo a salvarse de la debilidad, la división, el conflicto y el declive científico, técnico y cultural. Es importante prestar atención a las diferencias religiosas, culturales e históricas que son un componente esencial en la formación de la personalidad, la cultura y la civilización oriental; y es importante consolidar los derechos humanos generales y comunes, para ayudar a garantizar una vida digna para todos los hombres en Oriente y en Occidente, evitando el uso de políticas de doble medida.

- Es una necesidad indispensable reconocer el derecho de las mujeres a la educación, al trabajo y al ejercicio de sus derechos políticos. Además, se debe trabajar para liberarla de presiones históricas y sociales contrarias a los principios de la propia fe y dignidad. También es necesario protegerla de la explotación sexual y tratarla como una mercancía o un medio de placer o ganancia económica. Por esta razón, deben detenerse todas las prácticas inhumanas y las costumbres vulgares que humillan la dignidad de las mujeres y trabajar para cambiar las leyes que impiden a las mujeres disfrutar plenamente de sus derechos.

- La protección de los derechos fundamentales de los niños a crecer en un entorno familiar, a la alimentación, a la educación y al cuidado es un deber de la familia y de la sociedad. Estos derechos deben garantizarse y protegerse para que no falten ni se nieguen a ningún niño en ninguna parte del mundo. Debe ser condenada cualquier práctica que viole la dignidad de los niños o sus derechos. También es importante estar alerta contra los peligros a los que están expuestos — especialmente en el ámbito digital—, y considerar como delito el tráfico de su inocencia y cualquier violación de su infancia.

- La protección de los derechos de los ancianos, de los débiles, los discapacitados y los oprimidos es una necesidad religiosa y social que debe garantizarse y protegerse a través de legislaciones rigurosas y la aplicación de las convenciones internacionales al respecto.

Con este fin, la Iglesia Católica y al-Azhar, a través de la cooperación conjunta, anuncian y prometen llevar este Documento a las Autoridades, a los líderes influyentes, a los hombres de religión de todo el mundo, a las organizaciones regionales e internacionales competentes, a las organizaciones de la sociedad civil, a las instituciones religiosas y a los exponentes del pensamiento; y participar en la difusión de los principios de esta Declaración a todos los niveles regionales e internacionales, instándolos a convertirlos en políticas, decisiones, textos legislativos, planes de estudio y materiales de comunicación.

Al-Azhar y la Iglesia Católica piden que este Documento sea objeto de investigación y reflexión en todas las escuelas, universidades e institutos de educación y formación, para que se ayude a crear nuevas generaciones que traigan el bien y la paz, y defiendan en todas partes los derechos de los oprimidos y de los últimos.

En conclusión, deseamos que:

esta Declaración sea una invitación a la reconciliación y a la fraternidad entre todos los creyentes, incluso entre creyentes y no creyentes, y entre todas las personas de buena voluntad;

sea un llamamiento a toda conciencia viva que repudia la violencia aberrante y el extremismo ciego; llamamiento a quien ama los valores de la tolerancia y la fraternidad, promovidos y alentados por las religiones;

sea un testimonio de la grandeza de la fe en Dios que une los corazones divididos y eleva el espíritu humano;

sea un símbolo del abrazo entre Oriente y Occidente, entre el Norte y el Sur y entre todos los que creen que Dios nos ha creado para conocernos, para cooperar entre nosotros y para vivir como hermanos que se aman.

Esto es lo que esperamos e intentamos realizar para alcanzar una paz universal que disfruten todas las personas en esta vida.

Abu Dabi, 4 de febrero de 2019



Su Santidad 
Papa Francisco

Gran Imán de Al-Azhar
Ahmad Al-Tayyeb


sábado, 30 de diciembre de 2017

Directrices de animación del Definitorio general para los años 2018 y 2019


HERMANOS Y MENORES HACIA LAS PERIFERIAS

Directrices de animación del Definitorio general para los años 2018 y 2019


PRESENTACIÓN

Queridos  hermanos,
¡el Señor les dé la paz!
Como hicimos ya para el bienio 2016-2017, presentamos las Directrices de animación para el próximo bienio 2018-2019, que podrán emplearse como instrumento de reflexión, confrontación y discernimiento en fraternidad, para profundizar las realidades en que vivimos y dar nuevo impulso al diálogo inter-religioso.
Ante todo es nuestra esperanza que toda la Orden pueda de alguna manera unirse al camino de preparación y por tanto a la celebración del Consejo Plenario de la Orden que tendrá lugar en junio de 2018, invitando a cada fraternidad a dedicar tiempo para analizar las realidades del mundo, de la Iglesia y de la Orden. El fruto de la reflexión y del discernimiento fraterno puede cambiar nuestra vida en el modo de vivir el carisma hoy en los diferentes lugares donde estamos presentes y actuamos.
En segundo lugar queremos mirar a san Francisco que, habiéndose hecho hermano universal a través de su vida y de su testimonio evangélico es hoy la persona que más puede abrir las puertas al diálogo. En el mundo que cambia velozmente, en donde aparecen cada vez más conflictos, el diálogo se convierte en un puente de acercamiento que contribuye a la construcción de la verdadera paz. He ahí por qué el 2019, aniversario del encuentro de san Francisco con el Sultán, será una oportunidad y un estímulo ulterior para todos nosotros en orden a la profundización del diálogo inter-religioso.
Finalmente, con la esperanza de que estas páginas puedan ayudar a cada fraternidad a discernir lo que el Espíritu dice a los Hermanos Menores hoy, los exhorto, hermanos, a dedicarse con todo su ser a la búsqueda de lo que Dios desea de cada uno de nosotros para vivir auténticamente el Evangelio, el carisma y la misión en toda nuestra Orden.
El Señor los bendiga y acompañe siempre en el camino.

Roma,  8 de diciembre de 2017
Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la B.V.M.

Fr. Michael A. Perry, OFM
Ministro general

Prot. 107938 

INTRODUCCIÓN

Queridos hermanos,
Con el presente subsidio les presentamos lo que será el horizonte inspirador de nuestro servicio de animación y de gobierno para nuestra Orden para los próximos dos años, 2018-2019.
Como hicimos inmediatamente después del Capítulo general, con las Directrices 2016-2017, Hermanos y Menores hacia las periferias, seguimos el tema general, pensando en una programación sexenal de bienio en bienio, con miras a un camino de comunión con toda la Iglesia, de acuerdo con nuestro carisma.
En el año 2018 celebraremos el CPO en el cual queremos “escuchar, discernir y salir”. Será un tiempo para mirar más de cerca las realidades en donde estamos presentes en las diversas partes del mundo, ya en el ámbito de las diversas sociedades, ya de la Iglesia y de la Orden. Un tiempo para discernir juntos y luego vivir y actuar concretamente, en la docilidad, lo que el Espíritu nos está diciendo hoy.
Además, en el 2018 se celebrará el Sínodo Episcopal para la Juventud y queremos estar atentos a la realidad de los jóvenes donde estamos presentes, con una acción para con ellos más sensible y acogedora.
Finalmente en 2019 celebraremos el octavo centenario del encuentro de san Francisco con el Sultán al-Malik-al-Kamil que tuvo lugar en Damieta en 1219. Queremos también nosotros encarnar una vida de diálogo: no solo recordando cuanto tiene el testimonio de san Francisco, sino también buscando juntos caminos concretos para una posible y pacífica relación entre cristianos y musulmanes. En muchas partes del mundo crece la presencia de otras religiones y nosotros los franciscanos estamos llamados a vivir y atestiguar el diálogo y la paz con las diversas religiones y culturas.


2018

Hermanos y Menores hacia…

CPO: “Escuchar, discernir, salir…”

Sínodo de la juventud 2018




“El que tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu…” (Ap 2,29) a los Hermanos Menores

Ante todo queremos evidenciar el mandato de Jesús: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Esto implica un más profundo conocimiento de las realidades donde estamos, o a donde vamos a realizar nuestra misión.
El mismo Jesús es quien nos empuja a mirar más allá de la  apariencia de los acontecimientos para captar su significado profundo: “¿Sabéis distinguir el aspecto del cielo y no sois capaces de distinguir los signos de los tiempos?” (Mt 16,3). Él nos garantiza que no estamos solos en este necesario y no fácil discernimiento: “El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo” (Jn 14,26). Con esta perspectiva evangélica marchamos hacia el CPO para escuchar, discernir y salir.
“El Consejo Plenario de la Orden es una experiencia “sinodal”, de consulta mediante la cual afinamos la mirada sobre la realidad a nivel de Conferencias y de continentes, y captamos la presencia de los “signos de los tiempos” (GS 4; EG 51), aspectos positivos según el Evangelio, y aspectos que contrarían o debilitan la misión de la Iglesia. Se trata  de todos modos, en uno y otro caso, de provocaciones al cambio, y esto en forma documentada y participativa, para posibilitar el sostener una reflexión común en función de orientaciones y opciones para ser tomadas por parte de la Orden en los próximos años. “Escuchar, discernir y salir” es la tríada de verbos que expresa bien el proceso que se ha de poner en marcha” (Introducción a la metodología del CPO 2018).
El itinerario propuesto quiere pensar este evento como una etapa importante del camino de la Orden en el sexenio en curso (2015-2021), una pausa para escuchar y discernir  en varios niveles nuestra presencia testimonial y de evangelización en el mundo de hoy, y luego un relanzamiento para la animación del trienio siguiente (2018-2021), con miras al próximo Capítulo general.
Cada fraternidad podrá hacer su propia reflexión en actitud de búsqueda y escucha sobre las Temáticas del CPO:
  • cambios de época en la sociedad y en la cultura, en la Iglesia y en la OFM, para descubrir allí los signos de los tiempos que orientan a la renovación y al cambio en correspondencia con nuestra misión;
  • una mirada sobre los elementos generales de la cultura, de la Iglesia y de la Orden hoy:
    • elementos generales de la cultura (visión del hombre y del mundo, religión y espiritualidad, el espacio de la comunicación, a saber, qué tanto inciden los medios de comunicación sobre la cultura y sobre la percepción del mundo, el mundo de las relaciones con el otro, relaciones interpersonales, afectividad y familia, los jóvenes, sus opciones, su visión de la vida, el tema del trabajo-fiesta-tiempo libre, educación y escuela);
    • la escucha del mundo juvenil;
    • la escucha de la Iglesia (datos, opciones, estrategias pastorales, caridad, directrices de evangelización).
En cuanto al mundo juvenil, “la Iglesia ha decidido interrogarse sobre cómo acompañar a los jóvenes para que reconozcan y acojan la llamada al amor y a la vida en plenitud, y también pedir a los mismos jóvenes que la ayuden a identificar las modalidades más eficaces de hoy para anunciar la Buena Noticia” (Documento preparatorio de la XV Asamblea General Ordinaria: Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, 13 de enero de 2017).
“De Croacia a Panamá. Pero en medio el Sínodo, un Sínodo del cual ningún joven debe sentirse excluido. “Hagamos el Sínodo para los jóvenes católicos… también para los jóvenes que pertenecen a las asociaciones católicas y ¡así será más fuerte…! ¡No! ¡El Sínodo es el Sínodo para y de todos los jóvenes! Los jóvenes son los protagonistas. Pero ¿también los jóvenes que se sienten agnósticos? “Sí”. – ¿También los jóvenes que tienen la fe tibia? ¡Sí!. – ¿También los jóvenes alejados de la Iglesia? ¡Sí! – ¿También los jóvenes que – no sé si habrá alguno – se sienten ateos? – ¡Sí! Este es el Sínodo de los jóvenes y todos nosotros queremos escucharnos. Todo joven tiene algo qué decir a los demás, tiene algo qué decir a los adultos, tiene algo qué decir a los sacerdotes, a las monjas, a los obispos y al Papa. ¡Todos tenemos necesidad de escucharos a ustedes!” (Papa Francisco, Vigilia de oración en preparación para la Jornada mundial de la Juventud, Basílica de Santa María la Mayor, 8 de abril de 2017).
Fr. Michael Anthony Perry, Ministro general, ya ha invitado a los jóvenes a participar en el Sínodo:
“Como Hermanos Menores llamados por el Señor “a escuchar a los demás con sincera caridad y respeto, y aprender de los hombres entre los que viven (CCGG 93 §1)”, la invitación del Papa Francisco debería resonar profundamente en nuestros corazones y en nuestras mentes, y encontrarnos prontos a responder con humildad y reverencia para escuchar a los jóvenes a quienes tenemos el privilegio de servir, y creando, además, espacios desde los cuales puedan escucharse sus voces para preparar juntos el Sínodo del 2018” (Roma, 1 de febrero de 2017).
Para la animación
Invitamos a cada fraternidad y a cada entidad de la Orden, después de escuchar, discernir, salir, a insertar en  su propio proyecto de vida y misión las modalidades identificadas para vivir la identidad franciscana actualizada en las diversas realidades del mundo en cambio.

Algunas preguntas para la reflexión en fraternidad
  1. ¿Cuáles son los cambios más significativos que podemos identificar en nuestros días respecto a las diversas realidades: de la sociedad, de la Iglesia y de la Orden en el nivel mundial  y local? ¿Qué nos dice el Espíritu mediante las diversas voces que nos llegan a través de estas realidades?
  2. ¿Qué podemos hacer para vivir un estilo de vida franciscano más simple, de modo que sea un signo profético y significativo para nuestros días en el contexto en que vivimos?
  3. ¿Cuáles son los pasos necesarios para ir hacia los jóvenes y cuál el lenguaje que debemos usar concretamente para atraerlos al Evangelio?


2019

Hermanos y Menores hacia… 

el diálogo

Francisco va donde el Sultán – Damieta



“Una actitud de apertura en la verdad y en el amor debe caracterizar el diálogo” (EG 250).

Jesús entra en diálogo con todos: fariseos, publicanos, samaritanos. Lo vemos en el Evangelio en diversos pasajes. Por ejemplo en Lc 19,5-7 leemos: “Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador»”. También en Juan 4,7.9 tenemos el siguiente texto: “Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber»… La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?»…”.
Al celebrar los 800 años del encuentro de san Francisco con el Sultán al-Malik al-Kamil, celebramos también ocho siglos de la presencia franciscana en Egipto, en Tierra Santa y en Marruecos. La presencia de san Francisco y sus compañeros en estos lugares es una novedad en aquel período marcado por las cruzadas. El modo como ellos llegan, conquista la confianza de los sarracenos y abre un camino para el diálogo hasta nuestros días.
La historia cuenta que Francisco partió en 1219 de Ancona hacia Acre en Siria, llegando finalmente a Damieta, donde el ejército de las cruzadas estaba acampado. El Santo ve la inmoralidad y los saqueos  por actuación de los cruzados, experimentando una vez más que la guerra no es justa y no agrada a Dios. Francisco advirtió que un ataque al ejército musulmán no tendría éxito. En septiembre de 1219, partió con su compañero, fray Iluminado, hacia el campamento del Sultán para anunciar el Evangelio. Una variedad de fuentes latinas documentan la historicidad del encuentro entre Francisco y el Sultán.
La primera fuente sobre la visita de Francisco al Sultán es el Obispo de Acre, Jacobo de Vitry, en Damieta en febrero o marzo del 1220. Él no comprendió bien la intuición de san Francisco y ni siquiera el espíritu que lo movía hacia los hermanos musulmanes. En una carta  describió la masacre por parte de los cristianos entre los musulmanes y la ocupación de Damieta que había sido casi aniquilada por la peste.  Después  de esto escribe así: “El maestro de estos hermanos es decir, el fundador de esta Orden [se llama hermano Francisco: un hombre  tan amable que es venerado por todos], llegado a nuestro ejército, inflamado en el celo de la fe, no tuvo temor de irse en medio del ejército de nuestros enemigos y por muchos días predicó a los Sarracenos la palabra de Dios, pero sin mucho fruto. Pero el Sultán, rey de Egipto, le pidió en secreto que orara por él al Señor para que pudiera, por divina inspiración, adherir a aquella religión que más le agradase a Dios”  (Carta  al Papa Honorio III sobre la toma de Damieta).
El  mismo Jacobo de Vitry escribió también en 1221 en su Historia Occidentalis: ”El Sultán lo escuchó con mucha atención mientras predicaba a Cristo ante él y los suyos. Luego, presa del temor de que  alguno de los suyos se dejara convertir al Señor por la eficacia de sus palabras, y se pasase al ejército cristiano, lo hizo conducir de nuevo con honor y protección a nuestro campo; y mientras lo despedía, le recomendó: ‘Ora por mí para que Dios se digne mostrarme cuál ley y fe es más agradable” (Historia Occidentalis, capítulo 32).
Ir hacia una persona de otra religión quiere decir realizar una misión de paz en la humildad del servicio. Firme en su fe y en el amor hacia todos los hermanos, san Francisco abre el camino a todo el bien que el Señor puede realizar. La humildad, el testimonio de la fe y de la verdad, puestas junto a la voluntad del encuentro, permitieron a san Francisco y a sus hermanos, el acercamiento a los hermanos musulmanes.
El diálogo se da en una doble vía, a pesar de lo cual san Francisco nos enseña que es indispensable la iniciativa de ir al encuentro del diverso como hermano. La amistad será el puente del diálogo y el punto de partida será la escucha.
En el mundo que está en cambio, las sociedades nos interpelan como religiosos a colaborar al máximo para construir un futuro de paz y convivencia respetuosa y pacífica.
Como franciscanos somos movidos por el Evangelio a tomar la iniciativa y a salir hacia los hermanos para construir el diálogo. La “Iglesia en salida” de que habla el Papa Francisco es la que toma la iniciativa y va hacia el encuentro” (cf. EG 24). Tenemos el camino abierto también por el “espíritu de Asís” que san Juan Pablo II intuyó con gran sabiduría, dando un nuevo impulso a la Iglesia para ir al encuentro del otro, cristiano o no.
El Papa Francisco quiere recordar siempre que “los no cristianos, por la gratuita iniciativa divina, y fieles a su conciencia, pueden vivir justificados mediante la gracia de Dios, y así estar asociados al misterio pascual de Jesucristo”  (EG 254).
Por tanto conviene reflexionar y tomar iniciativas concretas para responder a una tan grande necesidad de diálogo en el mundo.
Para la animación
Invitamos a cada fraternidad y a cada entidad de la Orden a moverse o a caminar hacia las demás religiones, para entablar el diálogo como amigos y misioneros del Evangelio de la verdad y de la paz, por el bien de la humanidad. Otro aspecto importante de colaboración y diálogo podría ser el de trabajar juntos por la paz y la salvaguarda de la creación.
Entre los documentos de la Orden recomendamos la serie de textos que preparó el “Servicio para Diálogo” en años pasados como instrumentos para reflexionar, discernir y proyectar una vida más abierta y pronta al diálogo. Estos libros pronto serán publicados en internet en algunas lenguas. Sus títulos son: La vida como diálogo (Venecia-Roma, 2002). La vocación ecuménica del franciscano  (Venecia-Roma, 2003), El diálogo de los creyentes (Venecia-Roma, 2006), y Una fe en muchas culturas (Venecia-Roma, 2009).
Como soporte para los hermanos en el trabajo del diálogo, especialmente con los hermanos y hermanas musulmanes, teniendo presente la proximidad del aniversario del encuentro en Damieta, la subcomisión de la Orden para el Diálogo con el Islam preparará dos series de propuestas.
La primera serie será proporcionar a los hermanos recursos y textos de oración y formación para la Formación Permanente, referentes al diálogo católico-musulmán, como también la preparación a la conmemoración del encuentro de san Francisco con el Sultán al-Malik al-Kamil.
La segunda serie de propuestas incluirá una conferencia académica para buscar el significado contemporáneo de aquel encuentro en Damieta. Esto se realizará en colaboración con los centros de estudio de la Orden y con una reunión de los hermanos que trabajan en los países de mayoría musulmana. Por tanto los hermanos involucrados en esta forma podrán compartir los frutos de su trabajo y experiencia, profundizando su efectivo compromiso: de “ir humildemente y de vivir devotamente entre las poblaciones de religión islámica, para las cuales tampoco existe un omnipotente fuera de Dios” (CCGG 95,3).

Algunas preguntas para la reflexión en fraternidad
  1. Conscientes de que el diálogo es una actitud necesaria para vivir auténticamente la vida franciscana, ¿cuáles instrumentos podemos utilizar para mejorar el diálogo internamente en nuestra fraternidad y en el ambiente en donde estamos presentes y actuamos?
  2. Si todavía no tenemos una actitud de diálogo interreligioso ¿qué podemos hacer para salir hacia las personas de otras religiones y emprender el diálogo?
  3. ¿Qué podemos hacer para celebrar el aniversario del encuentro de san Francisco con el Sultán acontecido en Damieta? ¿Cómo divulgarlo en las comunidades cristianas y no cristianas de nuestro planeta?